El presidente se lució en Nueva York en la entrevista que le hicieron estudiantes de la Universidad de Columbia, una de las mejores del mundo. Lizzy George-Griffin no fue a preguntar sino a molestar, a sacar de quicio a Luis Rodolfo Abinader Corona, quien, como humano y jefe de Estado, merece respeto.
Ni siquiera la modelo y defensora del colectivo LGTB conocía bien el tema y se auxiliaba del celular. Primero lanzó un discursito alejado de la verdadera historia de este lado de La Española, donde la esclavitud no comportó la misma crueldad y deshumanización que del costado francés o en los Estados Unidos. Fue aquí, en las afueras del hoy Santo Domingo, donde se registró la primera sublevación de esclavos en el Nuevo Mundo. Solo por mantener la ecuanimidad y responder con propiedad la pregunta, sabedor ya por el largo introito por dónde venían los tiros, Abinader ganó por muchos puntos el round y cosecha la aprobación del grueso de los dominicanos que han opinado sobre el tema.
La dignidad nacional debe ser salvada. Ah, y ninguna crítica basada en homofobia o lesbofobia es válida. Mejor aplaudir el buen gusto de la joven George-Griffin: su novia es dominicana.