El Espía recuerda varios casos en los que agentes de la Digesett ahora o de la Amet antes, fueron agredidos por conductores bravucones.
Alguna dama también está en esa lista, con más méritos que cualquiera.
Pero no logra recordar que ninguno de ellos acabara en una celda de máxima seguridad de Najayo, como el cubano Julio César Llorente.
El insólito caso, por desmesurado, llama la atención, una vez más, sobre la interpretación de algunos jueces de las medidas de coerción.