Las cosas en República Dominicana parece que no están escritas y nada, absolutamente nada, termina de sorprendernos.
Solo eso puede justificar la manera en que se construyen las obras públicas en nuestro país.
Y solo hay que ver los casos más sonoros de los últimos tiempos.
Comenzando con la cárcel de Las Parras, que fue inaugurada en agosto del 2020… pero sin terminar.
Cuatro años más tarde, el gobierno informa que necesita más de RD$2 mil millones más para terminar la cárcel preventiva.
Eso se sumará a los más de RD$6 mil millones que ya se habían destinado para la obra.
¿Quién responde por una obra cuyo costo se disparó en más de un 30%? Aparentemente nadie, pues los impuestos que pagamos solo nos duelen a nosotros.
¿Y qué decir de la famosa Ciudad Sanitaria?
La inversión ya supera los RD$18 mil millones y recientemente el Ministerio de Vivienda y Edificaciones informó que había entregado otros RD$500 millones para un área del centro hospitalario.
Y estos son apenas dos casos, para nada aislados, sino una tendencia muy negativa.