El proyecto correccional de Las Parras es el ejemplo vivo de cómo las obras públicas no deben manejarse en la República Dominicana.
Vendido en sus inicios como la solución a los problemas de hacinamiento carcelario en La Victoria y como un modelo de lo que serían las cárceles en el país, ese proyecto se convirtió en el elefante blanco que ninguna sociedad quiere tener que mirar de frente.
Más que una cárcel moderna y eficiente, La Parras se convirtió en un nido de corrupción que llevó a una amplia investigación en el caso Medusa, por la cual se han declarado culpables diversas personas y empresas. Ya por ahí comenzó todo mal.
Encima, para empeorar la situación, la construcción del proyecto tuvo que detenerse por no contar con mecanismos que permitieran concluirlo mientras se hacía la investigación correspondiente, lo cual llevó a que se deteriorara lo hecho y se requieran ahora 2,000 millones de pesos para poder acabarla.
Aprendamos del fracaso de Las Parras y convirtamos esta experiencia en una gran lección como nación, de modo que la historia no vuelva a repetirse.