Es chocante que, mientras Abinader se reúne en la Policía Nacional para hablar de reforma, el baño de hombres de ese edificio está destruido. En el lugar de los urinales quedan las tuberías y la estructura está en ruinas. El mal olor es insoportable y no se ve a nadie a cargo de la limpieza. Parece que seguiremos siendo el país de los planes y lanzamientos, donde lo más cotidiano y simple no funciona. ¿Qué podemos esperar de una reforma que no tiene dinero para un plomero?