El presidente Luis Abinader ha dicho que se enfocará primero en su reforma constitucional, en lugar de enfrentar el tema fiscal. Si bien la decisión presidencial es una de pura estrategia, lo cierto es que a la población le preocupa más la reforma fiscal que cualquier otra cosa.
La gente se pregunta cuál será el impacto en su día a día de eso de que tanto se habla, por lo que el gobierno haría bien en enfrentar ese escenario lo antes posible para bajar los niveles de incertidumbre y especulación.
Algo que nos queda claro con la reforma fiscal es que el aporte al proceso debe ser de todos los sectores, no de unos pocos. Cuando vemos temas como los gastos de los legisladores o los privilegios en la judicatura es inevitable pensar que esas ramas del gobierno son parte del gasto público y deben también reestructurar sus finanzas.
Si la reforma fiscal cumple con los puntos básicos que exigen organismos internacionales y con las necesidades que tiene el gobierno, nos viene un cambio profundo en cómo hacer las cosas, lo cual no puede ser absorbido por unos pocos, mientras muchos se salvan de ver golpeados sus bolsillos.