El robo existe en la naturaleza desde siempre. Los animales se roban sus presas, sus territorios de caza, sus parejas, en fin, es algo que viene en la memoria genética. Robar dinero también es un oficio antiguo, casi tan viejo como la misma moneda. Y eso que llamamos bancos, perfeccionados por los caballeros de la Orden del Temple en Europa en el siglo XII, han sido robados desde siempre, con violencia, como es obvio.
Los bancos modernos, esos que llegaron con la industrialización, han sido robados reiteradamente, tanto que hay quienes se han hecho célebres en la cultura popular por hacerlo, como pasa con John Dillinger, la banda Barker-Karpis, Albert Spaggiari o la pareja de Bonnie y Clyde. También hay robos célebres, como uno hecho en 2005 al Banco Central de Brasil, con un botín de 50 millones de euros. De hecho, robarte un banco puede convertirte en estrella de Hollywood o en personaje de los videojuegos.
Así que no nos equivocamos al decir que los dos robos a bancos que hemos sufrido recientemente no es otra cosa que una expresión más de un delito que nos acompaña desde el tuétano de la civilización y que desde el siglo XX hemos mitificado cuando han sido exitosos o atrevidos.
Estos dos robos no fueron ni exitosos ni atrevidos, más bien fueron ejercicios de estupidez o ignorancia, de dos grupos de muchachos que se pensaron que asaltar un banco es tan sencillo como se ve en las películas o como se logra en un juego de video. Ellos lo único que consiguieron con su gestión fue darse cuenta que atracar un banco no es como pasa en el cine o en los videojuegos.
También consiguieron quitarle esa tonta idea a quien estuviera pensando en hacer semejante intento, porque así como robar bancos es una práctica antigua, lo cierto es que los policías y las propias instituciones bancarias tienen cada vez más mecanismos para atrapar a quienes se atrevan a realizar un atraco. ¿Lo dudan? Si tienen dudas, vean la facilitad y velocidad con la cual la Policía Nacional resolvió estos asaltos. Así que usted que tiene en mente arrojarse a eso, rebobine y no se busque la muerte.