No hay mucho que decir ya sobre los motoristas. Excepto, claro, que son un problema de orden público que las autoridades han decidido ignorar olímpicamente. Envalentonados por el incidente de la plaga/placa exageran su descaro al circular, cada vez a más velocidad por las aceras. (Sus pasajeros deberían rebelarse, pero…)
Entendíamos que dos millones de votos no se desprecian en vísperas de elecciones. Pero ya que se ha resuelto esa pequeñez… ¿quién va a asumir la responsabilidad de poner orden?
Puede ser la Digesett, la policía municipal, Politur en su terreno, el Ejército Nacional… o la Policía Montada de Canadá si todas las anteriores no saben cómo entrarle al problema. Nos da igual. Lo que no han resuelto unos, que lo resuelva otro.
Por delante cuatro años para tratar de mejorar el tránsito. Podríamos empezar por saber quién y cómo logró pasar un contrato de 1,300 millones de pesos por debajo del radar hasta que una empresa americana denunció la estafa, se alertó a la DGCP, obligó a un funcionario a “pedir licencia“, se descubrió al empresario que movía los semáforos… y todo pasó a la gaveta de “asuntos por resolver algún día“. Quizá cuando el Intrant recupere su buen nombre recupere su función. Mientras tanto, seguiremos taponados, mirando las luces del semáforo cambiar.