(A mi fenecida madre, doña Librada Ramos Vda. Caba)
Desde el punto de vista lexicosemántico, madre es un término que entraña múltiples connotaciones o valores significativos. Se trata de una voz que hasta cierto grado se torna un tanto indefinible. Y es que madre no es simplemente la “Mujer que ha parido uno más hijos”, como apunta el diccionario académico. Ni tampoco, «la mujer que nos ha dado el ser», como diría el hombre del pueblo.
Madre es mucho más que eso:
Es la luz en medio de la tiniebla.
El alivio en medio del dolor.
La calma en medio de la tormenta.
La paz en medio de la guerra.
La esperanza en medio de la angustia.
La alegría en medio de la tristeza
La sonrisa en medio del llanto.
La seguridad en medio del peligro.
La fe en medio de la incertidumbre.
La lluvia en medio de la sequía.
La energía en medio de la impotencia.
Madre es la brújula que orienta el norte al capitán del barco que ha perdido el rumbo. Un ser que en lugar de “Día” debería tener “días”. Un ser a quien le pertenecen todos los domingos del mes y todos los días del año. La madre es, en fin, amor, ternura, entrega y sacrificio.
¡Felicidades, en su día, a todas las madres dominicana!; y para la mía, un manojo de rosas rojas, para que con la misma pasión que en vida las disfrutaba, las reciba y disfrute en el rincón del más allá, reservado de manera exclusiva a todos aquellos seres que durante su permanencia en la Tierra se comportaron como verdaderos ángeles.