Durante los meses siguientes a la caída de Trujillo hasta las elecciones del 20 de diciembre de 1962, la izquierda dominicana tuvo un papel importante gracias al liderazgo y carisma de Manolo Tavárez Justo y además porque esa “izquierda” estaba constituida, en gran parte, por jóvenes que habían sufrido las torturas de la cárceles clandestinas de la “40” y del km. “9” de la carretera Mella.
El Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), tenía tanta ascendencia en la juventud dominicana de entonces que la derecha antitrujillista agrupada en la Unión Cívica Nacional (UCN), se vio obligada a darle participación al 1J4 en las negociaciones en la OEA para la destrujillización del país que, confundidos, como escribe Bosch en Crisis de democracia…, no entendieron que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), no era su enemigo y no apoyaron al candidato del PRD en las elecciones de 1962; tampoco a la UCN. Tras el putsch de septiembre de 1963, se internaron en “las escarpadas montañas de Quisqueya”, con el propósito, de salir victoriosos, reponer el efímero gobierno de Bosch.
El 1J4 participó activamente en la conspiración que el 24 de abril de 1965 derrocó al triunvirato. En el conflicto armado que devino Revolución, el 1J4 fue la organización de izquierda más importante de los comandos “constitucionalistas” que respaldaban a Caamaño durante la guerra civil.
Bosch, que desde el exilio arrastraba injustamente el estigma de comunista, rechazó en 1966 el apoyo del 1J4 y naturalmente aceptó el del Partido Socialcristiano; pero la Pax americana le había dejado a Balaguer la tarea de decapitar la izquierda dominicana. Y la cumplió.
Con el Acuerdo de Santiago en 1974, otra organización, pero de la izquierda radical, el Movimiento Popular Dominicano (MPD), volvió a ser tomada en cuenta por los sectores de poder. El PRD se abstuvo y no participó en los comicios de 1974. El acuerdo se disolvió. Y, paradójicamente, la victoria de Antonio Guzmán en 1978, sin reprimir a los izquierdistas dominicanos de entonces, terminó dándole el tiro de gracia a esa izquierda revolucionaria dominicana proporcionándole empleos de relevancia en el Estado.
La izquierda radical dominicana nunca ha aceptado a Juan Bosch, porque no podían manipularlo y le disputaba el liderazgo. Para memoria recordemos que regresó de Europa en 1970 para quitarle “las garrapatas al buey” (el PRD), entonces infiltrado por organizaciones de izquierda, particularmente el MPD.
La izquierda dominicana, según Bosch, es un nido de pequeño burgueses con todos los defectos de este sector de clases.
Al fundar el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Bosch trataba de que su organización se diferenciara completamente del PRD; que fuera de cuadros, cuyos miembros siguieran cierta formación política e histórica que les proporcionara la capacidad necesaria para comprender y analizar la República Dominicana.
El PLD cuyo modelo implícito, sin ser comunista, era el Partido Bolchevique de Lenin, con la abismal diferencia de que su militancia la constituyeran diferentes sectores de la pequeña burguesía. Los mismos que, con sus deformaciones, militaban en los partidos comunistas de República Dominicana.
El PLD de 1996 fue el primer partido de la izquierda dominicana no revolucionaria en ganar unas elecciones. En los albores del siglo XXI el PLD, al adaptarse a las exigencias del poder y del Estado, no podía ser el que había pensado Bosch.