Medice cura te ipsum. La frase latina, médico cúrate a ti mismo, resuena en estos días con una carga de enseñanza que el Colegio Médico Dominicano haría mal en desdeñar. No se trata, claro está, de que los médicos sean criminales por el hecho de que se les condene por mala práctica. Significa que, simplemente, han desatendido principios cardinales en la atención a sus pacientes e incurrido en acciones culposas. De ahí que el CMD debería examinar concienzudamente el ejercicio de la profesión a la luz de las últimas sentencias condenatorias y no embarcarse en movimientos levantiscos contra la Suprema Corte de justicia.
Dudo mucho de la culpabilidad de un médico si la infección a un paciente sobreviene por la contaminación de la sala quirúrgica. Es una responsabilidad directa del centro hospitalario en la que no interviene necesariamente el cuerpo médico.
Compete a un colegio regular la práctica profesional, establecer estándares éticos y de competencia, proporcionar educación continua, promover la colaboración entre profesionales, y proteger los intereses y derechos de los miembros de la profesión. Al CMD solo parece interesarle lo último.
Sintomático, las sentencias condenatorias por mala práctica han recibido un respaldo casi unánime en redes y medios de comunicación. El porqué radica en dos postulados de la ley que crea el colegio, ignorados pese a su relevancia: “Hacer que el ejercicio de la profesión médica tenga un carácter humano y se desarrolle con apego a las normas legales y una ética profesional centrada en la solidaridad. Enaltecer los propósitos de la ciencia médica y proteger los intereses de la sociedad, en cuanto atañe al ejercicio de la profesión”.
Conocerse a sí mismo es parte de la cura que necesita el médico dominicano.