Nuestros amigos italianos, reunidos en amena charla cotidiana en la tertulia del Café Ambos Mundos en torno al carismático empresario Codovilla, compartían las novedades personales, las noticias locales e internacionales que traía la prensa. Sin apartar las murmuraciones que alimentaba la febril vocación de traslación abultada que practicaba con deleite sibarita la élite de la urbe del Ozama. Entre sorbos de humeante café o aromático chocolate de taza, bocados de bizcocho de vainilla, a veces estimulada la ingesta por una copita del digestivo Cinzano, vermuth representado por B. Ravelo o un gelato de Sanlley.
–“Dale a la lengua por esa boca”, parecía ser consigna sportiva ampliamente compartida en los círculos parroquiales. Un fenómeno que psicólogos sociales como Allport y sociólogos como Thomas estudiarían en las academias norteamericanas en los años 20 del siglo pasado bajo el epígrafe de la psicología del rumor. Al grado que el último acuñó un famoso teorema que reza: “Cuando una situación es definida como real (por los actores sociales), son reales sus consecuencias”.
1909 cerraba su discurrir en el calendario con las brisas frescas del invierno de los trópicos y en el Café Ambos Mundos Clodovildo repasaba junto a sus contertulios las novedades de la prensa. En particular las que traía el Listín Diario que se editaba a pocos pasos dirigido por un ítalo descendiente, Arturo Pellerano Alfau, en la reverberante Calle del Comercio, detrás de la Catedral Primada de América.
Este editor era hijo de inmigrante oriundo de Santa Margherita Ligure y había contraído nupcias en 1861 con Juana Sardá Díaz en el hogar sancarleño de mi abuela Emilia Sardá Piantini, su sobrina, procreando en 40 años de unión 7 vástagos. Uno, Arturo Pellerano Sardá, asumiría la conducción del Listín Diario en 1922 hasta 1943, recesada su edición bajo la Era de Trujillo, retornando en democracia a las prensas rotativas en 1963. Otro descendiente, Arturo Pellerano Peña, fundaría en 2001 Diario Libre, pionero en circulación gratuita, un verdadero hito en la comunicación impresa, bajo la dirección de Aníbal de Castro.
Desplegaba Codovilla en su mesa abonada de Ambos Mundos las enormes páginas del diario de diciembre de 1909 (casi una sábana con la que uno podía arroparse), que mezclaban anuncios y noticias, encabezada en su primera plana por un hermoso arte litográfico de La Habanera, marca de cigarros y cigarrillos de la fábrica de Sollner & Co. de Santiago, cuyo logo resaltaba sobre una plantación de tabaco. En cliché lateral, Sport, la marca elegante de cigarrillos ovalados. En Santo Domingo, la fábrica de tabacos Vencedora de Nadal y Nadal, en Hostos 46, proclamaba ser la preferida por “el mundo aristocrático”, al usar las “mejores ramas de la República”. En 1914, R. Sollner, Anselmo Copello y los Nadal, concurrirían a la formación de La Tabacalera.
Una noticia reproducida del diario Las Novedades de New York, fechada 16 diciembre 1909 (“El Ministro de la Guerra/Viaje de Inspección”), llamó la atención del avezado Clodovildo. Quien apeló al orden en la mesa con el tintineo de golpes de cuchara sobre la loza de una taza de cioccolato. Guardado el silencio debido, el empresario leyó en voz alta el contenido de la noticia.
“Mr. J.M. Dickinson, Secretario de la Guerra de los Estados Unidos, saldrá la próxima semana en un viaje de inspección a Puerto Rico y Santo Domingo, ocupándose especialmente de las condiciones revolucionarias de Santo Domingo. El Departamento de Guerra está vivamente interesado en Santo Domingo con motivo de la recaudación de las rentas aduaneras de que está hecha cargo la Oficina de Asuntos Insulares desde hace años.
Los detalles del viaje no están finalizados todavía, y aunque la inspección de Puerto Rico será completa, con objeto de realizar enmiendas en la Ley Foraker y en la ley orgánica de aquella isla, se espera que la investigación del estado político de Santo Domingo será de un carácter amplio, incluyendo desde la recaudación de las rentas aduaneras hasta las causas de las condiciones que han producido el estado revolucionario que se vive allí.
Mr. Dickinson saldrá de Washington el 21 de diciembre y lo acompañarán el coronel Clarence R. Edwards, el teniente coronel Jefferson R. Kean, médico militar y Mr. Peittigo, secretario privado del Secretario de Guerra. Se cree que el viaje durará dos semanas, pero si las investigaciones que el ministro se propone llevar a cabo sobre Santo Domingo lo hacen necesario, permanecerá más tiempo.”
Como publicara en mi columna “La Visita Imperial de Mr. Dickinson” (Diario Libre 10/07/2020), todo transcurrió sin contratiempos con la supervisión in situ de los numeritos de la Receptoría de Aduanas a cargo de Mr. Pulliam, brindis de champagne y agua de coco en Palacio con Federico Velázquez, visita a la Catedral con donación de 2 billetes de 5 dólares a los pobres, almuerzo en la Legación Americana próxima al balneario de Güibia y cena en casa de Mr. Pulliam. Enrumbando Mr. Dickinson hacia La Habana en el yate presidencial Mayflower.
El Bureau of Insular Affairs del Depto. de Guerra de EE.UU. se ocupó entre 1898/1939 de los asuntos de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, a los que agregó Dominicana, Haití y el Canal de Panamá. El Navy manejaría en directo Hawái, Islas Vírgenes, Guam y Samoa. Todo por Sam impulsado por Teddy Roosevelt.
Mientras las cañoneras surcaban nuestras aguas, cada cual movía su pieza sobre el tablero capitalino. Un suelto resaltaba: “Chocolate Nacional. Del último examen practicado en el Chocolate de Augusto García por el Laboratorio Municipal de esta ciudad, resulta que dicho chocolate es de CALIDAD SUPERIOR: 1ro. por su perfecta elaboración; 2do. por su riqueza en grasa; y 3ro. por su buena proporción de azúcar. Agrega, además, el doctor Defilló, director del Laboratorio, que dicho Chocolate de Augusto es recomendable en todo sentido.”
“La Castellana, Gran fábrica de calzado hecho a mano. Única en la República premiada con Medalla de Oro en exposiciones extranjeras”, advertía que “habiendo tenido noticias que algunas casas del interior toman el nombre de esta fábrica para vender calzado de otras procedencias”, llamaba “la atención a los clientes y al público en general, de que cada calzado de esta fábrica lleva en el tirante el nombre en esta forma: La Castellana-Jorge Cuesta- Santo Domingo. ¡Ojo, pues, con el engaño!”.
Rafael Abreu Licairac -ensayista medular, empresario agrícola y azucarero- ofrecía en venta “los potreros denominados El Triunfo, Engombe Abajo y Santa Rosa, sitos en la Común de San Carlos”, remitiendo a los compradores a la oficina de Luis Abreu, en Meriño 54. Ramón O. Lovatón y Mejía, Abogado de los Tribunales de la República, ofrecía sus servicios profesionales en Mercedes 18.
La Farmacia Galván y Ca., anunciaba su “gran surtido de medicinas constantemente renovadas. Aseo-Honradez-Prontitud. La que más barato vende. Calle del Comercio esquina a San Francisco. Anexo hemos establecido un laboratorio para análisis de orina, leches, bebidas alcohólicas, sangre, etcétera, a cargo de los licenciados M.D. Galván y J.G. Obregón García.”
Rivalizando, la Botica Nacional de Franz y Julio Oscar Baehr, establecida en 1880 y reformada en 1896, con privilegio de usar el escudo nacional. Actuando como agencia de comisiones y consignaciones representante de casas de Estados Unidos y Europa. La más antigua acreditada con ventas al por mayor y al detalle. “Nos surtimos por todos los vapores”.
A vuelta de hoja en el calendario, el jueves 31 de marzo de 1910, Codovilla realizaba su lectura regular del confiable Listín Diario, cuya edición consignaba varias noticias sobre la presencia del cañonero norteamericano Dubuque, surto en la rada de Santo Domingo. Merecedor de la Cuban Pacification Medal y luego la Victory Medal en la Primera Guerra Mundial, que repetiría en la Segunda. Tras un sorbo de refrescante Cinzano, Clodovildo, acomodado en su silla, leyó la crónica.
“Ayer visitó el cañonero Dubuque el Ministro Americano Honorable Horace J. Knowles, acompañado del Secretario de la Legación. Al desembarcar se le hizo la salva de rigor. El Ministro Americano y la Señora Knowles dieron una comida en la Legación Americana en honor del Señor Craven, Comandante del Dubuque, surto en nuestra rada. Los concurrentes además del Comandante Craven, fueron el señor Receptor General de Aduanas Mr. Pulliam y su señora esposa, el Alférez Robinson y Mr. Van Buren, segundo contador del Dubuque, Mrs. Lewis Wallace, madre política del Ministro Knowles, Mr. John Mac Cruer, miembro de la familia Knowles, Mrs. Center de New York, Miss. Alice Glover y Mr. Endicott, Secretario de la Legación. Los demás oficiales del Dubuque serán obsequiados en la Legación mañana en la noche con otra comida.
“A bordo del Dubuque. Correspondiendo a la invitación que le hiciera ayer el Comandante del cañonero Dubuque, el Ciudadano Gobernador de la Provincia se trasladó hoy a las 9 AM en una lancha de gasolina del mencionado cañonero enviada al efecto, en compañía del Sr. Julio Ortega como intérprete. Una vez llegados los brindis, el Comandante del Dubuque alzó su copa en honor de la República, cortesía a la cual correspondió el General Castillo con palabras oportunas. Durante la visita que duró 30 minutos estuvo enarbolada, en el palo mayor de popa, la bandera nacional. Tanto al recibimiento como al desembarco del Ciudadano Gobernador se le rindieron los honores de ordenanza y se disparó una salva de 17 cañonazos.”
Bernard Chaves desde Montecristi desplegaba una litografía de su fábrica Mi Cigarro, fundada en 1901. Antonio Parra y Ca., en Macorís del Este, fabricaba “licores de todas clases”. La Habanera vendía discos fonográficos con danzas puertorriqueñas de la Orquesta de Cocolía, guajiras, zarzuelas, óperas, a $1.50. Listín vendía en su Papelería Una Campaña-T. M. Cestero, Cuestión Palpitante-R. A. Licairac, A punto largo-A. Lugo, Criollas-Pellerano C., Del ostracismo-V. de Castro, Episodios revolución desunionista-M. Mateizan.
Y así nos fuimos acomodando a las amables cañoneras del bueno de Sam.