El ataque directo de Irán a Israel representa, más bien, la formalización de un conflicto que se remonta a 1979, cuando el triunfo de la Revolución Islámica en suelo iraní provocó la ruptura de las relaciones entre ambos países, hasta entonces férreos colaboradores en diversos renglones.
Casi desde que se instaló el régimen islámico comenzaron los tiroteos entre estos dos enemigos, una guerra de esas en la cual Irán jugó siempre a tirar la piedra y esconder la mano o a usar alguno de sus satélites para ejecutar sus planes violentos, como es el caso del grupo Hezbolá, que opera en el sur del Líbano, pero que ha dado serios golpes a Israel fuera de esos límites. Los mayores ocurrieron en Argentina, donde dos atentados en 1992 y 1994 provocaron sobre un centenar de muertos. Los últimos años, Irán ha atacado consistentemente a Israel mediante el uso de los llamados satélites armados, que son Hamás (Franja de Gaza), Hezbolá (Sur del Líbano), Hutíes (Yemen), milicias sirias (Siria), terrorismo palestino (Cisjordania), grupos chiíes (Irak) y la Yihad Islámica (diversos países). Israel siempre ha imputado a Irán el manejo y sostenimiento de esos grupos, y había intentado, sin éxito, desenmascarar a Irán y sacarlo del clóset.
Así que las autoridades israelíes se jugaron una carta peligrosa y le metieron un bombazo a la embajada iraní en Siria, con la justificación de que allí se reunían altos mandos de la Guardia Republicana de Irán para conspirar contra Israel. Ese gesto no dejó otra a Irán que dar la cara y atacar a Israel, lo que ha dejado el plato servido para que Israel use esa acción para emprenderla contra todos los satélites iraníes a su alrededor o, incluso, al propio Irán. Las cosas no pintan bien por el Medio Oriente, más obvio no puede ser. Estados Unidos y sus aliados habían persuadido a Israel de enfrentarse a Irán cuando el gobierno iraní permitió inspeccionar su proyecto nuclear, cosa que quedó en el pasado. Buscar una excusa para minar la capacidad nuclear de Irán pinta de oro para ellos, a la vez que se llevarían de paso la financiación a sus satélites y la ayuda bélica a Rusia en Ucrania. No nos extrañe, por lo tanto, que todo se ponga peor y la atención hacia Irán desvíe el ojo de la Franja de Gaza.