Solo falta un mes y tres días para que se celebren las elecciones presidenciales y congresuales de la República Dominicana y el nivel de intensidad de las noticias, falsas y verdaderas, adquiere dimensiones de lo más interesantes.
No es nada nuevo, si somos honestos, ya lo vivimos previo, durante y posterior a las elecciones municipales, cuyo resultado se conoce ampliamente.
Pero para esta segunda fase de elecciones se repite la “chercha” pero con toques de desesperación cada vez más chocantes.
¿Creen aquellos que apuestan a destruir la credibilidad de la Junta Central Electoral -y hasta del país- que hacen un bien a la sociedad con estos planteamientos?
¿Vender pesimismo, inestabilidad y corrupción, para tratar de que se compre una idea, resulta bueno para el país?
Desde congresistas que coquetean con la traición hasta supuestos hackeos, pasando por la difusión exagerada de noticias falsas por todas las redes habidas y por haber interrumpen dramáticamente el poco respiro que a veces tenemos.
Parecería como si fuera mejor quemar el país para tratar de apropiarse de las cenizas. ¿Hace sentido?