Hoy voy a dejar manifestarse al idealista que vive dentro de mí, a ese que cree que el ser humano es bueno y que podemos trabajar juntos para crear una sociedad confiable, con una democracia limpia y funcional. Por eso, me imaginaré el que debe ser el proceso eleccionario perfecto, el mío, de nadie más, por lo que puede estar perfectamente en desacuerdo conmigo.
Para comenzar, creo en un término de gobierno de seis años, no de cuatro, sin reelección para los presidentes y con dos periodos de tope para los legisladores, alcaldes, regidores y ministros, de modo que acumulen experiencia, pero no hagan carrera o negocio. Hacer gobierno en cuatro años es imposible, porque los primeros dos se van en aprender y balancear las fuerzas, por lo que seis debería ser suficiente, mientras ocho serían demasiado.
Los partidos serían cinco: uno de derecha, otro de izquierda, uno de centro, otro alternativo de derecha y uno alternativo de izquierdas. Los partidos se encargarían de sus procesos internos para seleccionar sus candidatos a las elecciones y no recibirían un centavo directo para financiar esas primarias, ése sería su problema.
Habría una Junta Central Electoral y un Tribunal Supremo Electoral para ejecutar las elecciones y decidir las controversias. La campaña se haría bajo el control de esa Junta, que establecería un sistema de debates, paneles, charlas y material centrado exclusivamente en las propuestas y hoja de vida de los candidatos. Los medios de comunicación recibirían una financiación directa de la Junta para abrir espacios y publicar toda esa información, mientras los mítines políticos sería colectivos.
No habría encuestas y se garantizaría que cada uno de los partidos reciba el mismo trato en la promoción de sus candidatos a todos los niveles. Sólo se discutirían las ideas y la capacidad de los aspirantes, cuyos requisitos serían muy claros y su reputación validada por un servicio de investigación externa. El tiempo de esa campaña sería de tres meses, con un veto 48 horas antes y un sistema de votación electrónico. Esa sería mi campaña perfecta. ¿Cuál sería la suya?