El dinero destinado a las campañas políticas en la República Dominicana es demasiado, fluye a borbotones, lo cual habla mal de nuestro sistema democrático, que se mueve primariamente con la fuerza de los recursos y no de las ideas.
Es escandaloso que el Estado dominicano tenga que financiar con miles de millones de pesos a los partidos políticos, pues esas entidades se han convertido en una forma de agencia pública, ya que depende del dinero de los contribuyentes para sobrevivir.
El esquema actual tiene el ingrediente nefasto de que la fiscalización sobre ese dinero público es mínima y los partidos acaban haciendo con él lo que mejor les parece, un accionar que debe ser corregido, porque se trata de recursos que no acaban destinados a la gente y sí a los intereses políticos multisectoriales.
Encontrar un sistema de financiación de las campañas políticas que sea pulcro y balanceado no es tarea sencilla, pero debemos comenzar por tener una discusión honesta sobre lo que hay, lo que se debe mejorar y lo que tenemos que cambiar. Siempre con la fiscalización como el mayor de los objetivos de cualquier reforma a este polémico tema.