La artista dominicana Raquel Paiewonsky presentó «Amor, amor: Pulsaciones de la tierra, la casa y la piel», proyecto expositivo individual que celebra una práctica artística comprometida y sostenida por más de dos décadas.
La muestra nos inmerge en un universo donde el arte se fusiona con la vida misma y se presenta como una experiencia sensorial que celebra la conexión entre arte, el espacio íntimo y naturaleza, a la vez que provee un mapa de lo que ha sido el proceso creativo de la artista.
Las obras de Paiewonsky son una dedicatoria a los poderes femeninos y prácticas ancestrales, revelando una profunda exploración de los temas del cuerpo, el espacio íntimo y la relación con el entorno. Cada una de ellas, enaltece el arte dominicano.
Además de la experiencia visual, la exhibición nos plantea nuevas posibilidades en el ámbito artístico nacional, fomentando una mirada que reconozca al arte como un diálogo activo, un proceso de aprendizaje y un vínculo a través de la narrativa artística.
La exposición
Emplazada en una residencia familiar restaurada en el Centro Histórico de Santo Domingo, calle Las Mercedes No. 200 esquina Duarte y en colaboración con un equipo multidisciplinario de profesionales, el proyecto trasciende los esquemas preestablecidos de los circuitos del arte, ofreciendo una forma discursiva que pueda dialogar con las ya establecidas plataformas culturales del país. En este mismo lugar, el público podrá disfrutar de la exposición, que estará abierta del 20 de marzo al 28 de abril de 2024.
Los nueve cuerpos de obra que integran la muestra abordan temas cuyas energías convergen y se ramifican entre sí, en una intersección entre arte, humanidad y naturaleza; obras que tienen como curadora y crítica a Rossina Cazali.
En este sentido, Cazali manifestó que: “El título incluye la palabra amor como un reto a pensar el territorio de los afectos más allá de sus complejidades históricas, sus confusas interpretaciones y vivencias. En esta óptica, nos interesa proponer la intersección entre amor y pulsiones de la naturaleza, como una teoría y una práctica significativa, trascendente y urgente».
Además agregó: «Creemos que abrazar una nueva forma de amor -como acción, como compromiso ético- es lo único que nos queda para resistir ante el amenazante mundo de hoy: con sus inminentes sexismos, racismos, desigualdades y ecocidios”.
La exposición es una oda a la vida y está dedicada a todas las personas que han sido fundamentales en la vida de la artista, quienes la han llevado a afinar su experiencia artística y su creciente interés por lo simple, lo básico y esencial.