Solo hace falta pararse en un semáforo, a cualquier hora del día, para darse cuenta de que en la República Dominicana cualquiera puede violar las leyes de tránsito sin que pase absolutamente nada.
No por nada lideramos el mundo en muertes por accidente de tránsito, con 65 por cada 100 mil habitantes, muy por encima del segundo lugar, que ocupa Zimbabue, con 41 fallecimientos por cada 100 mil habitantes.
Y los transgresores más comunes son los motoristas, principalmente aquellos que se desplazan en motores de poco cilindraje, entre los que encontramos los motoconchistas y los famosos deliveries.
Da vergüenza estar detenido, esperando la luz verde, y ver como uno, dos, tres… y hasta ocho motores cruzar la luz roja ante la vista apática de agentes de la famosa Digesett.
¿No les importa a las autoridades todas las muertes que vemos en las calles todos los días?
¿A quién le corresponde, a la Digesett, al Intrant, a la Policía Nacional, al Ministerio de Interior y Policía? ¿A quién?
Los accidentes de tránsito nos cuestan el equivalente al 4 % del PIB anualmente, lo mismo que se destina a Educación. ¿Hasta cuándo?