No hay nada mejor que estar cerca para entender mejor las cosas. Desde lejos uno habla de lo que no conoce y mientras más uno se acerca al problema, más claro nota sus detalles.
Ya comenté que ando por Israel, lo hago invitado por una organización no gubernamental que opera aquí, y acepté venir porque tengo la capacidad para separar la paja del grano, porque después de 30 años como periodista puedo hacerme juicios certeros sobre lo que aprecio en primer persona sin dejarme influenciar por la propaganda.
Dicho eso, les cuento que mi primera impresión sobre la sociedad israelí me derrumbó muchos prejuicios que tenía, comenzando por juzgarla como un monolito antiárabe, que enciende sus cañones a la menor provocación y predica la guerra.
Pues les cuento que estaba muy equivocado y que me equivoqué al tener esa percepción. Tras unos días aquí me he topado con una sociedad con una alta formación democrática, en la cual la diversidad de opiniones es impresionante sobre todos los temas posibles y en todas mas formas posibles. Aquí no hay un pensamiento único ni centralizado sobre la cuestión árabe, la cuestión palestina, la cuestión musulmana o la cuestión del extremismo islámico, todas diferentes entre sí mismas y las que en Occidente mezclamos indiscriminadamente sin profundizar lo suficiente.
Muchos tendemos a pensar que aquí la posición del judaísmo ortodoxo es la que prima, cuando eso no es ni de cerca cierto, pero es lo que preferimos creer. Lo otro es que una cosa es el gobierno de Israel y otra es el pueblo de Israel, no hay que confundirse. Es lo mismo pasa aquí, en la República Dominicana, que nuestro gobierno toma decisiones con las cuales la gente no está de acuerdo y así se hace sentir.
Lo otro que he aprendido y en lo que estaba equivocado en mi percepción es que ni el Islam, ni el Cristianismo, ni ninguna religión están prohibidas en Israel y tampoco son perseguidas. De hecho, dos millones de árabes viven en Israel, divididos entre cristianos y musulmanes, y se han integrado a la sociedad como políticos, médicos, policías y soldados.
Así es esto, constatado en primera persona. Que Israel hace cosas malas, claro que sí, y muchas, pero esas son decisiones del gobierno, no de su gente. Hagamos la distinción.