En el ámbito de la salud, se entiende por incontinencia urinaria la “pérdida involuntaria de orina” Se produce esta cuando la persona confronta problemas para controlar la micción o el flujo de orina. En el ámbito de la comunicación, existe otra incontinencia no menos nociva: la verbal.
Por incontinencia verbal entendemos la dificultad que confronta el hablante de controlar la palabra en el acto comunicativo. Se origina cuando el sujeto comunicante habla sin parar o más de lo que debería hablar, incurriendo, por tanto, en continuos exabruptos. Cuando dice lo que debería callar y habla cuando debería permanecer en silencio. Y al hablar, casi siempre lo hace sin pensar o cegado por la impulsividad del momento, por la pasión, la ira, la irracionalidad y el descontrol de sus emociones.
La inteligencia emocional de este tipo de hablante suele ser muy baja, y por esa razón, “dice todo lo que le llega a la boca”, no importa el malestar que generen sus palabras. Y es que como el impulso les nubla la reflexión, este tipo de hablante nunca mide el efecto o impacto negativo que sus verbales intervenciones o necias palabras pueden originar después de pronunciadas.
Algunos tienen plena conciencia del problema, mas, sin embargo, no son capaces de superarlo. Otros, por el contrario, lo ignoran por completo, y al desconocerlo, la incontinencia verbal se repite o lexicaliza en forma indefinida, se asume como una práctica normal, por entender que al incurrir en los tan indelicados exabruptos, nada indebido se está realizando.
Es muy difícil que en las relaciones interpersonales no se produzcan grietas y que la comunicación efectiva se pueda lograr allí donde impere la incontinencia verbal. Y ello se debe a que a quien así lingüísticamente se comporta es natural que en el acto comunicativo le sobren palabras. Y esas palabras que sobran, por lo general dañan, hieren, golpean o, como afirma Neruda «Tienen sombra…»
Pensar, antes de hablar, parece ser entonces la clave para el logro de una efectiva comunicación. Por eso, conviene tener en cuenta, en todo momento, la sabia enseñanza que entraña el siempre aleccionador proverbio chino:
« Si lo que usted va a decir no es más hermoso que el silencio, entonces cállese»
La verdadera esencia de una auténtica comunicación efectiva : DECIR LO QUE NO SE DEBE CALLAR Y CALLAR LO QUE NO SE DEBE DECIR.