La educación se presenta como uno de los desafíos que enfrenta el país para ascender en la escala de los índices con que se marca el desarrollo. Hemos mejorado, sí, pero falta un largo trecho que igual puede recorrerse a velocidad crucero o con el acelerador hasta el fondo.
Hablamos de mejorar la calidad de las exportaciones aprovechando la ventaja comparativa que nos ofrece la geografía. La mayor economía del mundo está a menos de dos días de navegación desde nuestro trozo isleño. Las nuevas oportunidades, como el near shoring, requieren de mano de obra calificada y de conocimientos que solo se adquieren con escolaridad.
Punto a considerar es la enseñanza de los idiomas. Debemos aspirar a convertirnos en una sociedad bilingüe y así facilitar el dominio del inglés, lengua franca de estos tiempos y el portal que abre el paso a la tecnología. Toca ser osados, y una medida sería legislar para que, como requisito obligatorio para un título universitario, haya que pasar una prueba reconocida de inglés, ya sea el Test of English as a Foreign Language (TOEFL) o el Cambridge Proficiency in English (CPE). También desde arriba se logran resultados.