Es tiempo de reorientar el relato, el norte de las políticas públicas en el RD y apoyar al margen de partido las que estén orientadas en esa dirección.
Nuestro norte existencial de políticas públicas, manda erradicar el desempleo, proponiéndonos conquistar los mercados de las Antillas e incrementar nuestras exportaciones al mundo, lo que estimulará incentivar el aparato productivo nacional, la industrialización, creando las condiciones para la sustitución de importaciones por producción nacional.
Donde el principal obstáculo es el alto costo del transporte naval. Y la necesidad de crear una flota mercante nacional. Y declarar de alto interés nacional el incremento de las exportaciones, y creación de políticas de apoyo e incentivos para alcanzar ese objetivo.
Pero la verdad es que estamos atrapados, en un modelo político disfuncional. Donde el relato impuesto, reflejado por los titulares de periódicos, es la amenaza de la fusión con Haití. La ocupación haitiana. Los interminables y no castigados debidamente actos de corrupción y los chismes de los conflictos entre el liderazgo de los partidos.
Mientras somos testigos de cómo se degrada el país. Con millares y crecientes puntos de drogas con la complicidad y protección de los organismos que deberían exterminarlos. Con la cartelización de los organismos armados. Llegando al punto de ver policías asesinando militares.
Mientras las familias se ven obligadas a refugiarse en sus hogares ante una heredada delincuencia cada vez más peligrosa y violenta. Y una oligarquía voraz en un canibalismo permanente para apropiarse de los bienes públicos y complicidad con la tradicional clase política. Y la ausencia absoluta de planes a largo plazo para construir una sociedad de oportunidades.
Veo el futuro, amenazado. Con nuestros niños desplazados de sus escuelas por una migración indocumentada creciente por décadas. Nuestros niños y jóvenes son bombardeados constantemente por todos los medios, con mensajes que incentivan la violencia, las drogas y la delincuencia. Situación que debe ser controlada a la mayor brevedad. Voto por introducir la enseñanza de la Biblia en las escuelas.
Un sistema político disfuncional, donde por décadas las instituciones están al servicio de los grupos de intereses. Donde su accionar no es servirle a la sociedad, sino enriquecer a los grupos influyentes, que con sus aportes a las campañas adquieren influencia política.
Y un ejemplo es la estafa de las AFP del sistema bancario. Que, a pesar del rechazo de la población, se le ha impuesto como un collar sobre cuello del pueblo, que se ha visto obligado a soportar.
Da la impresión de que la compleja y corrupta realidad de estos tiempos, es un cuadro que supera la voluntad de cualquier mandatario interesado sinceramente en hacer avanzar una agenda constructiva y desarrollista, salvo que este, esté en disposición de usar la violencia. O transar con unos, para avanzar por otro lado. Quizás sea la razón oculta del culto a Trujillo existente en el seno del pueblo.
Invito a que se inicien conversaciones, para definir un plan de desarrollo nacional, donde participen los grupos empresariales miembros del Consejo Económico y Social-CES-. cómo; Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) Asociación de Industriales de la Región Norte (AIREN), Federación Dominicana de Cámaras de Comercio (FEDOCAMARAS), Confederación Dominicana de la Pequeña y Mediana Empresa (CODOPYME), etc.
Y digo de los grupos empresariales, porque estos en conjunto tienen el potencial y la capacidad de imponer su agenda a los grupos políticos, en este caso, una agenda enfocada en el desarrollo nacional, en la creación de empleos, en multiplicar exponencialmente las exportaciones, en mejorar los salarios, los servicios públicos, e impulsar las reformas constitucionales y legales necesarias. En especial para establecer definitivamente un régimen de consecuencia.
Los pueblos no olvidan, sus frustraciones, se convierten en resentimientos que con el tiempo se acumulan, y a su tiempo, como los volcanes hacen erupción. Que no lo olviden a los que en el presente les va muy bien, a costa de que, a la mayoría, le vaya muy mal.
Y si de algo estoy muy convencido, es que dentro de las opciones con posibilidades presidenciales para el 2024, el dilema es simple; volver atrás, a la corrupción con impunidad garantizada, lo mejor es continuar apoyando el cambio votando por Luis Abinader.
El autor es activista por una Quisqueya potencia.