En amena conversación, el congresista Adriano Espaillat, reflexionó sobre la evolución de lo que se ha dado en llamar “la diáspora” dominicana. Son ya tres generaciones de dominicanos residentes en Estados Unidos, con características, vivencias y expectativas vitales muy diferentes.
Más importante que las remesas que envían, sostiene Espaillat, es el enorme capital humano que suponen esos compatriotas y los aportes, en todo tipo de renglones, que podrían hacer al país.
Evitar que la segunda y tercera generación se desliguen de su primera patria, pensar formas y vías de inversión no solo económicas, reformular las relaciones del Estado dominicano con sus expatriados… Muchos ángulos sobre los que reflexionar para establecer una nueva manera de relacionarnos entre los de aquí y los de allá.
No hay una diáspora, ya son varias, y a nivel político eso es importante de entender. Las cifras de las remesas se difunden con orgullo, a veces sin calibrar el esfuerzo que hacen los que las envían o lo que esperan recibir de su país de origen por tal sacrificio. Emigrar nunca es fácil, ni cuando se tiene éxito.