La adquisición del habla implica que vayamos desarrollando, progresivamente, la capacidad de percibir y producir las diferentes consonantes que configuran un determinado idioma. Pero no todos los sonidos se adquieren a la vez.
En castellano, una gran parte de las consonantes se suelen adquirir de forma temprana antes de los tres años, por ejemplo: /p/, /t/, /m/, /l/. Otras pueden aparecer algo después: /d/, /x/. La capacidad de producir algunos sonidos, como el sonido /r/ o los grupos consonánticos (/pr/, /pl/, /gr/…) puede tener un inicio más tardío, entre los cuatro y los cinco años.
La variabilidad individual es considerable, ya que no todos los niños adquieren los sonidos en el mismo orden. Esto hace, por supuesto, que la mayoría de los niños cometan errores completamente normales en la adquisición del habla. Para muchos adultos dichos errores tienen un componente entrañable y son una característica típica del habla infantil. Sin embargo, esto no siempre es así.
El trastorno de los sonidos del habla: un problema común, pero desconocido
El trastorno de los sonidos del habla es una dificultad para producir y secuenciar los sonidos del habla que no se debe a perdida auditiva, daño neurológico, problemas anatómicos estructurales o a una condición médica conocida.
A los 4 años, entre el 5 % y el 11 % de los niños presentan una inteligibilidad del habla que no sería apropiada para su edad y que no tiene un origen claro. Aunque la investigación señala que muchos de estos problemas pueden ser transitorios, es importante abordarlos. De hecho, a los 8 años hay un importante porcentaje niños (algunos estudios hablan hasta de un 3 % de la población) que muestran errores residuales y persistentes en el habla.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Buena parte de los especialistas muestran consenso en que, si al cumplir los tres años, un niño tiene un habla que es difícilmente inteligible por sus cuidadores habituales, se tome eso como un indicador de riesgo y se acuda a un especialista que valore dichas dificultades.
La Asociación Estadounidense de Habla, Audición y Lenguaje indica que, después de los 4 años, el niño ya debería ser capaz de producir la mayoría de las consonantes correctamente. Además, debería tener un habla suficientemente comprensible para personas extrañas a él. Entre los 4 y los 5 años el niño aun podría presentar algunos errores, pero debería mostrarse cada vez más competente para producir diptongos y grupos consonánticos y, así, poder pronunciar palabras como /plato/, /fruta/ o /dragón/.
En todo caso, los grises existen y hay niños que pueden mostrar un leve retraso, que es difícil de delimitar claramente. En este caso, la recomendación es clara: consulte a un especialista ante la sospecha de que su hijo pueda estar mostrando problemas para adquirir los sonidos que configuran el habla.
Errores fonológicos
El trastorno de los sonidos del habla es un problema enormemente heterogéneo. Algunas aportaciones recientes, como las de la investigadora Barbara Dodd, han tratado de clasificar a los niños que lo presentan. Parece que la mayoría de estos niños tienen errores en el habla de corte fonológico. Sus problemas se deben a que no consiguen aprender los contrastes que permiten diferenciar y producir los diversos sonidos.
Por esta razón confunden sonidos que comparten rasgos y pueden, por ejemplo, pronunciar /fapato/ en lugar de /zapato/ o /baleta/ en lugar de /maleta/. Muchos niños con este trastorno presentan un cierto retraso en el aprendizaje fonológico, esto es, muestran confusiones fonológicas típicas de niños más pequeños.
Sin embargo, otros niños muestran patrones algo más atípicos, como omitir las primeras sílabas o consonantes de las palabras o trasladar una consonante a otras posiciones, pronunciando, por ejemplo, /dadido/ en lugar de /batido/. También es posible observar problemas para secuenciar correctamente los fonemas de las palabras, produciendo /pocilia/ en lugar de /policia/ o /piene/ en lugar de /peine/.
Inconsistencia en los errores
Algo llamativo tiene que ver con el hecho de que muchos niños presenten cierta inconsistencia en sus errores, esto es, pueden producir la misma palabra de diferentes maneras en diferentes repeticiones (/babido/, /dadido/ o /tadido/ en lugar de /batido/). Esto parece deberse a que la información fonológica de las palabras almacenada en su memoria a largo plazo es algo inestable.
La inconsistencia de los errores suele usarse para discriminar aquellos casos en los que el origen del trastorno puede ser de corte fonológico de otros de tipo articulatorio. Estos últimos no parecen deberse tanto a problemas en el aprendizaje fonológico como a problemas para adquirir los movimientos precisos que conlleva la producción de un determinado sonido.
Algunos niños, por ejemplo, pueden tener problemas para aprender a pronunciar el sonido /r/. Estos errores suelen ser más consistentes que los de corte fonológico.
¿Por qué es necesaria la atención profesional?
El trastorno de sonidos del habla conlleva, al menos, dos consecuencias que hacen de él un problema que requiere de atención profesional:
- Puede interferir con la alfabetización: para aprender a leer los niños deben conectar letras y sonidos. Diversos estudios muestran cómo los errores en el habla pueden dificultar que los niños adquieran correctamente las relaciones entre lo grafemas y los fonemas.
- Pueden impactar en el desarrollo socioafectivo de los niños, haciendo que sean menos comunicativos con sus iguales, lo que tiene impacto en su desarrollo social temprano.
Además, se ha descrito que hasta un tercio de los niños con problemas de habla suele mostrar también problemas de lenguaje. Esto quiere decir que uno de cada tres años podría mostrar, junto a sus problemas de habla, un vocabulario más reducido o dificultades para entender o producir frases complejas. Motivos todos ellos para que, en caso de duda, las familias se decidan a consultar a un profesional.
¿Es posible ayudar a estos niños a reducir sus errores en la producción del habla?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo sí. Varias revisiones especializadas vienen apoyando la necesidad de combinar las intervenciones articulatorias clásicas, que enseñan explícitamente cómo articular los sonidos, con aproximaciones basadas en el trabajo con contrastes fonológicos.
En estas últimas los niños trabajan, por ejemplo, la producción simultánea de palabras como /zumo/ – /sumo/ o /plato/ – /pato/, que difieren en sonidos que los niños no tienen adquiridos. Otros especialistas recomiendan combinar lo anterior con intervenciones que ayudan a manipular y a representar mentalmente los fonemas (conciencia fonológica) y a discriminarlos mejor.
En todo caso, es mucha la investigación disponible y existen manuales recientes de mucha calidad a disposición de los profesionales para dar un servicio óptimo a las familias que estén preocupadas por la inteligibilidad del habla de los más pequeños.