Esta propuesta, que se celebra anualmente el tercer sábado de mayo desde 2012, cumple una década de vida con miles de aficionados que se recrean en los sabores de la malta y otros cereales con los que se realiza este destilado. Además, cada 8 de febrero, se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Whisky Escocés, variedad que representa el 85 % de las exportaciones de bebidas y alimentos de su país.
El Día Mundial del Whisky es una iniciativa del especialista y consultor Blair Bowman, autor de “La Guía de Bolsillo del Whisky”. En 2012 Bowman comenzó a organizar esta efeméride con diversas actividades como talleres y experiencias de cata de whisky durante su estancia en una universidad escocesa. Dos años después obtuvo el reconocimiento del parlamento escocés.
A pesar de la persistencia de la pandemia por COVID-19, que impedía festejos masivos, en la edición de 2021 participaron 50 países y más de 200 ciudades con eventos registrados oficialmente en el sitio web y a través de la etiqueta #worldwhiskyday.
Agua de la vida
El whisky es una bebida espirituosa y su alto contenido alcohólico, alrededor de 40 grados, se obtiene de la fermentación de cereales como la cebada, el trigo, el maíz y el centeno, a los cuales se le agrega malta y cerveza. El whisky, que significa “agua de vida” (“uisge beatha” en gaélico), se puede servir en vaso solo a temperatura ambiente o con hielo para liberar su complejidad aromática.
Al contrario que otros licores como el vodka y la ginebra, el whisky está concebido mayormente para disfrutarlo en soledad, aunque también se emplea en diversas formas de encuentro y entretenimiento.
Algunas personas lo eligen al finalizar su jornada laboral, el popular “after six”, y otras lo disfrutan más como digestivo en la sobremesa, pero todas gustan de sus texturas sedosas y sus matices terrosos.
Un poco de historia
Si bien el origen del whisky es incierto, alguna fuente atribuye su primera destilación a un monje irlandés durante el siglo XI. Las primeras referencias escritas se remontan a 1405 con la publicación de “Los Anales de Clonmacnoise” en Irlanda. El registro escocés más antiguo data de 1494, con la descripción del fraile John Cor.
En 1608 surgió la “Old Bushmills Distillery”, la primera destilería con licencia, en el norte de Irlanda y se inició la producción industrial, liderada por Escocia a partir de 1831, favorecida por la introducción del alambique.
Si al principio se popularizó como tranquilizante para mitigar el dolor y las “penas del alma”, empleado como antídoto en los funerales, el whisky evolucionó a otros fines como brindar y celebrar en momentos de alegría con los familiares y amigos.
Variedades y coctelería
El whisky es la segunda bebida más diversa del mundo después del vino. Existe una gran variedad, desde Escocia hasta Japón, debido a la diferente elaboración entre países respecto al tipo de agua a utilizar y la forma de envejecimiento.
Destacan el whisky de malta y el grano. El de malta se destila dos veces en alambiques de cobre y solo puede contener granos de cebada malteada. Entre sus variantes destacan los Single Malts, provenientes de una sola destilería y los Blended Malts, mezcla de dos o más destilerías.
El whisky de grano se destila en alambiques continuos y puede contener diferentes cereales, como por ejemplo trigo y maíz. Destacan los Single Grain y el Blended Grain. La mezcla de whiskies de malta y de grano nos dan los Blended Scotch Whiskies, líderes del consumo mundial.
Más allá del disfrute del whisky puro, también hay cócteles muy populares como el Manhattan, mezclado con vermú italiano y bitter de naranja, el Old Fasioned, con azúcar moreno, angostura y rodajas de cítricos, y el refrescante John Collins, con jugo de limón, soda y jarabe de azúcar.
El whisky, actor secundario del séptimo arte
La popularización del whisky se acentuó en el siglo XX como ingrediente imprescindible en los escenarios de las exitosas películas y series de televisión, donde adquiere categoría de poderoso instrumento publicitario.
Se convirtió en uno de los actores secundarios más famosos de las pantallas a través de personajes emblemáticos como el detective Philip Marlowe, encarnado por Humphrey Bogart, o el Don Draper de ‘Mad Men’.
Los más veteranos aficionados al mundo cinematográfico asocian un vaso de buen escocés a las atmósferas de la época dorada de Hollywood, con sus vaqueros, detectives y gángsters.
Casi siempre aparece en manos de tipos duros como John Wayne en westerns como ‘La diligencia’ de John Ford o ‘Rio Bravo’ de Howard Hawks, y como elemento inseparable del cine negro, reflejado especialmente en personajes solitarios de las novelas de Dashiel Hammet.
A pesar de la corrección política imperante en el cine reciente, todavía es posible encontrar este licor en filmes como ‘Lost In Translation’, en la que Bill Murray viaja a Tokio para filmar un anuncio para la destilería japonesa Suntory Hibiki.
(Texto: Isaac Arocas)