El 23 de junio se publicaba en el periódico El Caribe un interesante espacio pagado. En realidad eran dos: una página venía firmada por juntas de vecinos y dirigentes comunitarios y la otra por el who is who de República Dominicana. Ilustres y tradicionales apellidos y comunidades de Villa Mella unidos por una lucha común: No a un vertedero en Mata Gorda, emplazando a Medio Ambiente a que no apruebe el proyecto.
El debate que se abre es crucial. ¿Dónde ponemos lo que ya no se llamarán vertederos, sino plantas de tratamiento de residuos? El plan anunciado el pasado viernes por el presidente Abinader, bajo la forma de Fideicomiso, aspira a cerrar los vertederos a cielo abierto con un modelo de tratamiento y puesta en valor de residuos sólidos semejante al proyecto que ya presenta una empresa privada para Mata Gorda.
Si no es ahí… ¿dónde?, ¿quién decide dónde irán estos nuevos basureros? Palabra, por cierto, que odian los ingeniero ambientales. Prefieren relleno sanitario porque no son a cielo abierto y hay proceso de clasificación y restauración final. ¿Tienen potestad los ayuntamientos para decidir? ¿Es cuestión solo del Ministerio de Medio Ambiente? Ahora que todos los funcionarios están empeñados en organizar “los territorios”… ¿en territorio de quién van a colocarlos?
El proyecto de Mata Gorda ha unido, no está claro por qué, a grupos sociales cuyos objetivos en la vida parecerían estar en las antípodas. Ahora a Medio Ambiente, al gobierno en realidad, le toca mover ficha. Son los responsables de cambiar la manera (desastrosa) en que se maneja la basura hoy. Desparramada por ríos, cañadas, autopistas, campos, ciudades, es una emergencia nacional.