Las protestas de los trabajadores del Metro deben ser resueltas tan pronto sea posible. El Metro es ya una prioridad nacional. Las protestas que se están llevando a cabo recuerdan indefectiblemente a los “alborotos” que periódicamente organizan los empresarios de las rutas de transporte cuando necesitan algo del gobierno de turno.
En el caso actual, la dirección del sistema ha podido mantener el servicio sin causar grandes incomodidades a los usuarios. Los reclamos laborales tienen escenarios donde se resuelven.
No hay espacio para jugar ni con la seguridad ni con la eficacia de un transporte colectivo que se ha demostrado invaluable para los que lo utilizan y que forma parte de un sistema complejo y abarcador que puede ser a largo plazo la solución que necesita la pobre y deficiente movilidad de nuestra ciudad.
El Metro de hoy, del que todavía no sabemos el costo final, deberá seguir creciendo en líneas, ampliando el número de vagones en cada una de ellas y la supervisión escrupulosa de todos los aspectos que le competen es imprescindible.