En el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hay un grupo que evidentemente quiere que Abel Martínez se retire de la candidatura presidencial. Le están enviando mensajes directos, haciendo tretas internas y buscando formas para sacarlo de ahí.
El Alcalde de Santiago no se ha amilanado ante el escenario adverso y respondió el fin de semana con una sólida manifestación en su comarca, una movida inteligente, pues es obvio que mostrar control en sus predios es fundamental para atacar a sus opositores internos.
La decisión de Abel Martínez de ser su propio director de campaña, sin embargo, es un error político serio y aceptar que haya una suerte de “consejo asesor colegiado”, con la participación de Danilo Medina, es una movida que considero catastrófica.
Es obvio que Martínez nunca ha sido, desde el principio, el candidato de la alta dirección del PLD, cuyas simpatías por Margarita Cedeño eran más que evidentes. Pero el problema del PLD no pasa por las capacidades de Abel como candidato, más bien la crisis política del partido morado viene por un liderazgo clásico que debe entender que su tiempo acabó y otra generación de figuras debe tomar el poder y renovar la cara de la organización.
En ese sentido, no es que Abel haya causado daño al PLD, más bien la cosa funciona en sentido contrario, pues es la dirigencia la que ha perjudicado el proyecto político de Martínez, visto por la gente en un inicio como una cara fresca y alternativa a Danilo y su círculo. Esa foto de Danilo con Abel en la misa en honor a la madre fallecida del cibaeño no hizo ningún bien político a nivel de masas. Es cierto que mandó el mensaje de que Danilo no admitirá sublevaciones y que su respaldo a Abel es inequívoco tras el proceso de selección interno, pero para la causa electoral, ha causado más daño que bien.
Lo he dicho antes, si Abel Martínez no quiere relegarse a un tercer plano, debe dar un golpe en la mesa y desmarcarse de esa dirigencia, cueste lo que le cueste, porque de otra forma, no llegará a primera y será carne de cañón.