Es un lugar común en foros, discursos, entrevistas y conversaciones oír pronunciamientos sobre la necesidad impostergable de avanzar hacia ‘la educación de calidad’ sin que haya mucha precisión ni se esté aludiendo a lo mismo con esta expresión.
Puede resultar oportuno tomar como referencia la Constitución de la República al disponer que toda persona tiene derecho a “una educación integral, de calidad” y más adelante especifica que la educación debe orientarse al desarrollo “de su potencial creativo”, “sus valores éticos”, “el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los bienes y valores de la cultura”. Lo importante de esta referencia constitucional es que representa de forma concreta la obligación general que asume el Estado y por tanto mandatorio a los gobiernos respecto de la educación del país.
Es también pertinente reseñar que en nuestro país constituyó un momento trascendente en el camino de garantizar el derecho a una educación integral y de calidad, el logro alcanzado por la ciudadanía, luego de más de una década de luchas, de la obligación impuesta al Poder Ejecutivo de consagrar en el presupuesto anual del Estado el 4% del Producto Bruto Interno para el sistema educativo. Este año se está cumpliendo la primera década del inicio de esa significativa conquista.
¿Qué tanto avanza el país en garantizar educación integral y de calidad para todas las personas?
Comencemos por decir que el sistema educativo dominicano está sometido a varios sistemas de evaluación de su calidad, unos de origen nacional y otro internacional.
A nivel nacional están las pruebas nacionales que desde 1992 se vienen impartiendo en distintos niveles del sistema educativo. Las áreas específicas en que se administran, teniendo como fundamento para su elaboración el currículo vigente, son Lengua Española, Matemática, Ciencias Sociales y Ciencias de la Naturaleza. Su objetivo concreto es evaluar los logros de aprendizaje del estudiantado al finalizar el nivel básico y el nivel medio.
El Ministerio de Educación hace también una Evaluación Diagnóstica Nacional, al finalizar cada ciclo, con un carácter censal, para los estudiantes de 3º y 6º de primaria y 3º de secundaria. Estas evaluaciones no tienen consecuencias para la promoción del estudiante. Cada grado se evalúa cada tres años. En el 3er. Grado de primaria se evalúa la lectura y las matemáticas. Estas pruebas iniciaron en el 2017. En el 6to. Grado se hacen pruebas de lengua española, matemática, ciencias sociales y ciencias de la naturaleza. Esta prueba se inició en el 2018. 3er grado de secundaria (9º grado): pruebas de lengua española, matemática, ciencias sociales y ciencias de la naturaleza. Esta prueba se inició en el 2019.
La República Dominicana también participa de estudios internacionales que evalúan la calidad de su educación. Están los estudios del Laboratorio Latinoamericano para la Evaluación de la Calidad Educativa de UNESCO- OREALC. Es de carácter regional y tiene una finalidad diagnóstica y muestral. En él se hace una evaluación a estudiantes de 3º y 6º grado de nivel primario en las áreas de Lenguaje, Matemática y Ciencias. El país ha participado en todos los estudios realizados hasta ahora: 1997, 2006, 2013, 2019. El Programa Internacional de Evaluación de estudiantes (PISA). Lo realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Este estudio se centra en estudiantes de 15 años a fin de evaluar si efectivamente han adquirido las competencias necesarias de cara a los retos que plantea actualmente la sociedad del conocimiento. La evaluación se hace en tres áreas: Lectura, matemáticas y ciencias. Se hace cada tres años. El país se inicia en ella en el 2015.
La verdad cruda es que a 10 años de la asignación presupuestaria del 4 %, todos estos sistemas de evaluación del sistema educativo enumerados, y otros más, coinciden en que la educación dominicana es de muy baja calidad.
Es esta circunstancia la que debiera obligar al actual gobierno y particularmente al Ministerio de Educación a diagnosticar y formular con total transparencia y firmeza ante el país cuáles son los factores que están incidiendo u obstaculizan poder avanzar hacia la calidad educativa. Pero más aun, que defina a corto, mediano y largo plazo las áreas a priorizar, defina las metas a alcanzar en cada año, al tiempo de establecer rigurosos sistemas de seguimiento diario, semanal, mensual y sobre todo estrictos mecanismos de evaluación que permitan consolidar los éxitos que se vayan alcanzando, así como superar las estrategias que resulten frustratorias o erradas.
Puedo afirmar que constantemente hago la prueba entre personas cercanas, unos bien informados y otros no tanto, de preguntarles cual es la línea gruesa que está siguiendo el Ministerio de Educación para alcanzar la calidad educativa. La verdad es que nadie nunca sabe responder con certeza. Unos opinan que la construcción de escuelas. Otros que mejorar el salario a los profesores y así sucesivamente. Debo confesar que si esa estrategia existe es el secreto mejor guardado del país y posiblemente de la región.
Estoy convencido que alcanzar la calidad en la educación dominicana requiere de un Ministerio de Educación que tenga la autoridad moral y técnica para asumir el liderazgo para que pueda persuadir e involucrar a la ciudadanía para que esta la pueda hacer suya.
Alcanzar la calidad educativa, por las dimensiones de esta tarea, no puede ser, por tanto, la labor de un grupo de técnicos y expertos encerrados en un laboratorio haciendo experimentos o resoluciones puntuales.
Un objetivo nacional de esa categoría solo puede alcanzarse como una gran campaña que identifique con toda claridad, cada vez, cuál es el objetivo principal, y las metas a alcanzar en tiempos precisos, que haga coparticipe y corresponsable de ellas a la sociedad, que involucre la comunidades, los sectores activos de los barrios, los gremios profesionales, las iglesias, los padres, los alumnos, los maestros, y que cada uno conozca qué se espera de ellos para el logro de los objetivos y las metas definidas para cada momento, para cada periodo. Al Ministerio de Educación le corresponde asumir el liderazgo para poner al país en la ruta de la educación de calidad y a la nación en movimiento para lograrlo.