El tema salta de mano en mano y nadie se atreve a enfrentarlo como lo que es, un asunto de trata humana y muy serio.
Hablamos de los niños en el béisbol y los malos manejos que se dan en el país con ellos, que van desde inyectarle esteroides hasta de venderlos, de alguna manera, mediante los llamados “preacuerdos” con los entrenadores o administradores de las academias deportivas.
¿Cómo es posible que como sociedad no tengamos una regulación en un aspecto social tan peligroso, en el cual nuestros niños se han convertido en moneda de comercio?
Parece que a nadie le molesta que los niños dominicanos sean empeñados por sus padres, poniéndole una presión que acaba con su niñez y con su proceso normal de desarrollo. Es cierto que la necesidad económica obliga a veces a medidas drásticas, pero ese tipo de acuerdos económicos basados en un supuesto de éxito futuro, la privación de un escenario de crianza familiar directo y el uso de sustancias o mecánicas para mejorar su rendimiento a tan temprana edad deberían ser sometidos a algún tipo de regulación.
¡Qué alguien haga algo por favor! Dejemos de mirar para el lado y defendamos nuestros niños.