Carlos III fue coronado este sábado en una ceremonia cargada de tradición y simbolismo, única en Europa, que reunió a miles de admiradores en Londres, pero no estuvo exenta de protestas antimonárquicas. De todas formas, la corona es la parte más antigua del sistema de gobierno de Gran Bretaña y el rey tiene varios poderes constitucionales.
Al día siguiente de las elecciones generales, el monarca invita al líder del partido que obtuvo la mayoría en la Cámara de los Comunes a convertirse en primer ministro y formar un gobierno. El rey es el confidente del Primer Ministro, con quien se reúne cada semana. Asimismo, debe mantener la neutralidad política, pero en caso de «crisis constitucionales graves» puede ir en contra de los consejos de los ministros, algo que nunca ha sucedido en la época moderna.
El monarca abre el parlamento cada año. Lee en voz alta las propuestas legislativas del gobierno en una ceremonia muy tradicional en Westminster. También tiene el poder formal de disolver el parlamento, algo que hace antes de cada elección general. Todos los proyectos de ley están sujetos a la aprobación real. El monarca puede vetar un proyecto e impedir que se convierta en ley.
El rey tiene el poder de nombrar Lores para bancas legislativas, solo con el consejo de los ministros del gobierno. Además, otorga personalmente títulos de caballero.
Como rey, Carlos III es jefe de Estado del Reino Unido y de otros 14 países miembros de la Commonwealth. También es el gobernador supremo de la Iglesia anglicana y tiene el poder de nombrar obispos y arzobispos, con el asesoramiento de una comisión eclesiástica.