El tétanos es una enfermedad infecciosa aguda que puede llegar a causar la muerte. Su causa es la bacteria Clostridium tetani. Las esporas de esta bacteria “se encuentran en cualquier parte del medio ambiente, particularmente en el suelo, las cenizas, los intestinos y las heces de animales y humanos, así como en la superficie de la piel y de herramientas oxidadas como clavos, agujas, alambre de púas, etc.
Las esporas son muy resistentes al calor y a la mayoría de los antisépticos y pueden sobrevivir durante años”, subraya la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por ello, las heridas más peligrosas son aquellas “que tienen muchos bordes o con mucho tejido desvitalizado, las punzantes en contacto con el suelo o estiércol, las muy contaminadas con trozos de cuerpos extraños, las quemaduras, las fracturas de huesos con heridas, las mordeduras y las congelaciones”, apuntan los especialistas de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
La puerta del tétanos, una lesión o herida
Una persona puede contraer la infección por tétanos cuando las esporas penetran en su organismo a través de una lesión o herida. Las esporas se convierten en bacterias activas que se diseminan por el cuerpo y producen la toxina tetánica, que afecta al sistema nervioso.
“Actúa bloqueando la liberación de ciertos neurotransmisores inhibidores, lo que provoca la estimulación descontrolada del sistema nervioso motor y del sistema nervioso autónomo. En la práctica, esto se traduce en los característicos espasmos musculares y también en alteraciones cardiovasculares (presión arterial inestable, alteraciones del ritmo cardíaco…)”, explica Pablo Vidal, miembro del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas y Sepsis de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
La OMS manifiesta que el periodo de incubación del tétanos varía entre 3 y 21 días, aunque en la mayoría de los casos los síntomas aparecen a los 14 días. Estos incluyen: calambres en la mandíbula o la imposibilidad de abrir la boca (lo que se conoce como trismus); espasmos musculares, a menudo en la espalda, el abdomen y las extremidades; espasmos musculares súbitos y dolorosos, en muchas ocasiones provocados por ruidos repentinos; dificultad al tragar; convulsiones; dolor de cabeza; fiebre; sudoración y cambios en la tensión arterial o aceleración de la frecuencia cardiaca.
“Los enfermos con afección leve sólo tienen trismus con espasmo muscular leve y breve. La moderada se caracteriza por trismus, disfagia (dificultad para tragar), rigidez y espasmo muscular intermitente. En el tétanos grave hay convulsiones generalizadas”, detallan M. Díez Rodríguez, C. González Maldonado y otros autores en un artículo publicado en la revista “Medicina de Familia”, medio oficial de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
El tétanos es una enfermedad muy grave y, en ocasiones, mortal. “La muerte puede llegar por distintos mecanismos: por un lado, la contracción de ciertos músculos de forma mantenida produce apneas (falta de respiración) u obstrucción de la vía aérea. Por otro, las alteraciones cardiovasculares pueden provocar una muerte súbita”, expresa el doctor Pablo Vidal.
La vacunación, única forma de prevenir
La única manera de prevenir el tétanos es mediante la vacunación. En este caso, hay que tener en cuenta que los vacunados no sirven de escudo para los no vacunados, es decir, no se produce inmunidad de grupo, de modo que sólo la vacunación individual previene la enfermedad.
El tétanos no se transmite de persona a persona, sino por contaminación a través del ambiente mediante heridas, quemaduras, mordeduras de animales, tatuajes o piercings infectados con esporas de la bacteria Clostridium tetani. El uso de material no esterilizado en el cuidado del cordón umbilical de los recién nacidos puede provocar tétanos neonatal. No obstante, existe una posible forma de transmisión entre humanos como es el uso compartido de jeringuillas.
“Todo el mundo debe vacunarse, tanto niños como adultos que no estén vacunados, pues la enfermedad afecta a todos los que tienen contacto con la bacteria a través de una herida”, subraya la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Esta entidad aclara que la antitetánica es una vacuna inactivada, es decir, no es una vacuna viva, y contiene la toxina que fabrica la bacteria, pero desprovista totalmente de su toxicidad. De esta manera, una vez inyectada, no puede producir la enfermedad, pero sí mantiene su capacidad de estimular la producción de defensas contra ella.
La OMS recomienda la administración de 6 dosis, (3 dosis primarias más 3 de refuerzo). La serie primaria debe comenzar con la primera dosis a las 6 semanas de edad y las posteriores a intervalos mínimos de 4 semanas. Las siguientes dosis se deben administrar durante el segundo año de vida, entre los 4 y los 7 años y entre los 9 y los 15. Lo ideal es que haya un intervalo de, al menos 4 años, entre las dosis de refuerzo.
En mujeres en edad reproductiva
Asimismo, señala que el tétanos neonatal se puede prevenir inmunizando a las mujeres en edad reproductiva, ya sea durante el embarazo o fuera de él. También pueden prevenir el tétanos las buenas prácticas médicas como el parto limpio y el cuidado del cordón umbilical durante el parto, así como el adecuado cuidado de las heridas en los procedimientos quirúrgicos y dentales.
“En países cuyos programas nacionales han mantenido una alta cobertura vacunal durante varias décadas, las tasas de incidencia del tétanos son muy bajas”, afirma la OMS.
Si, pese a todo, se produce una herida susceptible de estar contaminada con las esporas de la bacteria causante del tétanos, es necesario recibir asistencia médica cuanto antes. “Si el médico considera que hay probabilidades de que la persona pudiera desarrollar tétanos, aunque todavía no tenga síntomas, en primer lugar, limpiará minuciosamente la herida. A continuación, le suministrará una inyección de inmunoglobulina antitetánica”, indican los especialistas del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
“Si el paciente no ha sido totalmente inmunizado o no está seguro de ello, recibirá una dosis de la vacuna contra el tétanos y antibióticos. Pero si la persona desarrolla síntomas de tétanos, por lo general, necesitará ser ingresada en una unidad de cuidados intensivos (UCI)”, añaden.
Una vez en la UCI, “el tratamiento consiste en la administración de antibióticos (que probablemente en este caso jueguen un papel secundario) y el bloqueo de las toxinas que todavía están circulando mediante inmunoglobulina antitetánica.
Además, en UCI se establecerán medidas dirigidas a controlar los espasmos musculares (sedación, bloqueo neuromuscular…), a mantener una vía aérea permeable y una ventilación efectiva (incluso mediante intubación orotraqueal y ventilación mecánica invasiva)”, detalla el doctor Pablo Vidal.
“En nuestro entorno, la mayoría de los pacientes que ingresan en UCI por tétanos (un número que es muy bajo desde que se dispone de vacunas) sobrevivirá (se ha descrito una mortalidad del 14%). Sin embargo, son frecuentes las secuelas funcionales. De hecho, el 40% de los supervivientes sufre un deterioro en su calidad de vida”, concluye el especialista.
por Purificación León.