El 12 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Glaucoma, con el fin de crear consciencia sobre esta enfermedad ocular silente que roba la visión de manera irreversible y asintomática.
Se trata de una de las primeras causas de ceguera prevenible pero no reversible a nivel mundial y la segunda causa de ceguera en República Dominicana, afectando al 2 % de la población en general.
Así lo asegura la doctora Guillermina Méndez, especialista en glaucoma congénito y del Adulto del Instituto Espaillat Cabral, quien refiere que esta afección es producida por el aumento de la presión dentro del ojo, lo que ocasiona un lento y progresivo daño del nervio óptico.
“La alteración visual va ocurriendo de forma lenta y sin dolor”, explica. “El paciente viene a darse cuenta del padecimiento de la enfermedad cuando el daño está muy avanzado. Por esto se le llama al glaucoma el ladrón silencioso de la visión. La visión que se va perdiendo en el glaucoma es la periférica y la central es la última en alterarse”, refiere la especialista.
Esta enfermedad puede afectar a personas en cualquier etapa de la vida, siendo más frecuente en personas mayores de 35 años. Entre los factores de riesgo se encuentran tener presión intraocular alta, ser afroamericano, asiático o hispano, tener antecedentes familiares de glaucoma o córneas delgadas en el centro, así como padecer diabetes, hipertensión arterial o falcemia, miopía o hipermetropía extremas.
Méndez recalca que existen varios tipos de glaucoma en el adulto, siendo el más frecuente el de ángulos abiertos, en donde la presión dentro del ojo va aumentando lentamente y destruye la visión sin dolor ni señales de advertencia.
Luego le sigue el de ángulos cerrados, en el cual la presión del ojo se eleva repentinamente provocando síntomas como dolor ocular, visión borrosa, náuseas y hasta vómitos. También pueden asociarse al glaucoma condiciones oculares como traumas, tumores, hemorragias e inflamaciones.
Los niños desde el nacimiento o en el transcurso de la primera infancia hasta los jóvenes pueden ser afectados, produciendo el glaucoma congénito o el juvenil: el niño puede presentar lagrimeo, sensibilidad a la luz y aumento del tamaño del ojo.
¿Cómo prevenirlo?
La mejor forma de prevenir el glaucoma es realizando un examen oftalmológico completo periódico con pruebas diagnósticas simples para medir la presión del ojo y examinar su interior, aunque no presente síntomas.
Una vez diagnosticada la enfermedad, se le instaura tratamiento dependiendo del tipo y severidad. Existen tres formas de tratarlo: medicamentos, láser y cirugía, los cuales están dirigidos a preservar la función visual y a mantener una visión útil durante toda la vida del paciente o, en su defecto, ralentizar la progresión del padecimiento cuanto sea posible, lo cual se logra preservando las fibras nerviosas del nervio óptico a través del control de la presión intraocular (PIO).