Dos sujetos ajenos al rapero estadounidense Tekashi 6ix9ine –uno de ellos se hizo pasar por él– provocaron una estampida de personas frente al lujoso hotel de La Habana donde se hospeda el artista, informó este viernes el Ministerio del Turismo (Mintur).
En imágenes que circularon el pasado jueves en las redes sociales se pudo ver cómo numerosas personas -mayormente jóvenes- corrían y se aglomeraron cerca del hotel Iberostar Grand Packard en el intento por alcanzar alguno de los billetes de dólar que fueron lanzados desde cierta altura hacia la calle.
Según una nota divulgada por el Mintur, la noticia de la presencia del rapero en la instalación turística «provocó que un grupo de seguidores del músico se aglomerara frente a este espacio con el objetivo de verlo».
Asimismo, el Mintur aclaró que «los hechos ocurridos no están vinculados con el artista» y que el visitante continúa su estancia en el país.
Sin embargo, el Ministerio afirmó que fueron «dos personas ajenas al cantante, uno de ellos fingiendo ser él» quienes «de forma irrespetuosa y con claros fines de provocación, lanzaron billetes hacia la población».
Las primeras versiones que circularon sobre el incidente apuntaban a que el rapero neoyorquino había lanzado billetes de hasta 100 dólares desde la terraza del hotel habanero Gran Packard, un acto frecuente del artista, conocido por su modo de vida excéntrico.
El famoso rapero se pronunció en su perfil de Instagram –donde tiene más de 20 millones de seguidores– para asegurar que una persona se vistió como él.
El joven cantante norteamericano se ha hecho notar por llevar una vida controvertida y con múltiples problemas con la justicia.
Ha sido imputado –y en distintos casos condenado– por crímenes como tráfico de drogas o el abuso sexual de una menor de 13 años, por el que fue sentenciado a cuatro años en libertad condicional.
Este hecho en Cuba ha sucedido en momentos que la isla padece una aguda crisis económica, agravada por la pandemia, las sanciones de EEUU y errores en la gestión del Gobierno, que se traduce en escasez, largas colas para conseguir bienes básicos y una inflación galopante, en la que el salario medio de la población no llega a los 30 dólares mensuales.