La actriz y activista estadounidense Jane Fonda acaparó hoy todas las miradas de los más de 5.000 asistentes al tradicional Baile de la Ópera de Viena, cuando los saludó desde un palco con una sonrisa y haciendo con la mano la seña de la paz.
La edición número 65 del «Opernball», el evento más glamuroso e importante de la temporada de carnaval y bailes de Austria, se inauguró la noche de este jueves tras suspenderse en 2021 y 2022 debido a la pandemia de covid-19.
«Es bonito volver a las viejas tradiciones tras dos años de pandemia», dijo el presidente de Austria, el ecologista Alexander van der Bellen, en la Casa Lírica del Ring, convertida hoy en pista de baile, en declaraciones a la televisión pública ORF que transmitió en directo el «baile de los bailes».
Celebrado por primera vez en 1935, sigue siendo una cita esencial para todos los que son algo, o pretenden serlo, entre la clase política, empresarial y cultural austríaca, así como un alarde de lujo que, por otro lado, suscita también críticas por el despilfarro que supone.
Así, mientras los invitados, entre ellos casi todos los miembros del Gobierno de la república alpina, entraban por la alfombra roja al suntuoso edificio, en las afueras de la Ópera varios centenares de personas protestaban por contra el despilfarro.
Este año, el precio de las entradas oscila entre 350 euros (sin derecho a silla) y los 13.500 euros que cuesta un palco.
«Cómete a los ricos» fue el lema de la manifestación contra la injusticia social convocada por la Juventud Comunista de Austria.
«Vosotros bailáis – nosotros ardemos», se leyó en una pancarta desplegada brevemente por un grupo de activistas climáticos que lograron llegar hasta la alfombra roja de la entrada a la Ópera antes de ser forzados a abandonar el lugar por la policía.
Fonda no llegó a verlos ya que llegó con media hora de retraso, con un elegante vestido largo de color champán, como invitada del empresario nonagenario austríaco Richard Lugner, que cada año contrata a una mujer famosa para que lo acompañe a su palco.
Sin embargo, la ganadora de dos Óscar y defensora del medio ambiente había mostrado ya comprensión por las protestas de los jóvenes que piden medidas más rápidas y contundentes para mitigar el cambio climático.
«Hay que evitar que el calentamiento global supere los 1,5 grados centígrados, y el tiempo apremia, ya que es mucho lo que hay que hacer de aquí a 2030. Hay que obligar a los gobiernos a poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles», declaró Fonda a la agencia local APA.
«Para ello, tenemos que sacar a la calle a un gran número de personas dispuestas a la desobediencia civil, y tenemos que hacerlo rápido», afirmó.
Aseguró además que no hubiese aceptado venir a Viena si hubiese sabido de antemano que el baile está patrocinado por el consorcio petrolero y gasístico OMV, pues, en su opinión, las petroleras son «empresas criminales».
«Nos mintieron porque ya a finales de los años 70 sabían que lo que estaban quemando iba a hacer inhabitable la Tierra», dijo.
«Dan dinero a los museos, a la ópera y a todo tipo de acciones culturales para quedar bien en la sociedad», cuando «tienen la vida de las personas en su conciencia», añadió.