Se ha sugerido que comer en la noche, de forma abundante, podría resultar en efectos negativos en el control de peso y composición corporal, así como, en predisponer a trastornos gastrointestinales como el reflujo gastroesofágico. ¿Pero, que sugieren los estudios? ¿Qué nos predispone a comer de forma más significativa en horarios nocturnos?
Un dicho popular dice: “Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y come como un mendigo”. Sin dudas, el autor tenía buenas intenciones, desde el punto de vista de control calórico o de porciones, pero sin fundamento científico consensuado, pues aunque algunos estudios sugieren que comer de noche nos predispone a la obesidad, no todos coinciden en esta teoría.
Los argumentos que favorecen limitar la ingesta excesiva de alimentos durante la noche sugieren que esto altera la tolerancia a la glucosa, el vaciamiento gástrico y el gasto de energía en reposo. (Kinsey, 2015)
Así también, algunos estudios han sugerido que aquellas personas que trabajan de noche (ej. servicios de seguridad) tienden a tener una mayor prevalencia de sobrepeso, obesidad abdominal, triglicéridos elevados, trastorno en lípidos, intolerancia a la glucosa y función renal alterada (Macagnan, 2013).
Debemos también reconocer un trastorno psicológico definido por un panel de expertos llamado “Síndrome del comedor nocturno” (conocido como NES por sus siglas en inglés, Nocturnal Eating Syndrome), en el cual existe pobre apetito en el desayuno y una ingesta de alimentos de al menos un 25% del total del calorías del día después de la cena. Además, tiende a levantarse al menos dos veces durante el sueño para comer, por creer que esto le permitirá dormir mejor. Las personas que padecen este síndrome tienen mayor tasa de obesidad y sobrepeso, aunque existe un grupo que utiliza el ejercicio de forma compensatoria y podría manejar un peso corporal normal.
En todos los casos, se ha vinculado este patrón alimentario, con situaciones de estrés emocional que predisponen a este comportamiento por las noches.
En pacientes atletas, se ha demostrado un beneficio evidente con las comidas nocturnas ricas en hidratos de carbono y proteínas, que les permitan satisfacer requerimientos energéticos al momento de realizar sus ejercicios el día próximo.
De forma concluyente, la mayoría de los estudios resalta que debe mantenerse un balance energético durante el día que permita un control de peso, glicemia y otros perfiles, considerando todas las variables que podrían modificar el horario (atletas, daño hepático, diabetes, trastornos gastrointestinales y otros). Es por todos estos componentes que no podemos generalizar en las recomendaciones, pero, si usted considera que en las noches es cuando tiene más hambre, y por tanto, toma decisiones erradas en los alimentos, es momento de evaluar cómo está manejando el estrés, el sueño, períodos de ayuno (horas sin comer), o si debemos buscar apoyo profesional para manejo de ansiedad u otro trastorno psicológico. Realice una autoevaluación y con este análisis, consiga cambios puntuales.