Raphael ha aprovechado esta noche su ya irrenunciable parada navideña en el Wizink Center de Madrid para darle un primer bocado con todas las entradas agotadas a la gira en la que presentará su más reciente disco, «Victoria», así como los clásicos imprescindibles, de «Qué sabe nadie» a «Como yo te amo».
Inquieto como es el de Linares, desde hace años busca sastres jóvenes que le renueven el armario que consolidaron Manuel Alejandro y José Luis Perales, entre otros. Lo intentó con Iván Ferreiro, Vega o Dani Martín, pero con ninguno encajó tanto como con Pablo López, que para este álbum le hizo 10 canciones a la medida de su leyenda sobre sacrificios, resistencia y, como el título indica, recompensa.
Esa leyenda se alimenta de noches como esta en las que aunque la voz lógicamente no es la que era, Raphael no deja de sorprender con encomiables sostenidos y sobre todo con las ganas que no le faltan, ni en su disposición hacia el público, ni en la intención interpretativa, ni en la duración del espectáculo: más de dos horas y cerca de 30 cortes que han colmado las expectativas.
En realidad, como ha dejado patente el repertorio, resulta difícil separar una gira de otra en una carrera que no parece vislumbrar el punto y final a sus 79 años de edad. Como mucho el punto y seguido o el punto y coma entre sus constantes y diferentes «tours» y proyectos.
De hecho, salvo por cinco cortes del citado «Victoria», lo justo para refrescar los oídos, lo visto esta noche dista poco no ya del concierto previo que ofreció en Bilbao hace un par de semanas aún como parte de su gira de conmemoración de 60 años de carrera, sino de los dos que ofreció aquí mismo hace justo un año.
Por ejemplo con la apertura con uno de los clásicos, la versión del tema de Adamo «La noche», en una cita en la que tampoco ha dejado fuera otras constantes como «Yo sigo siendo aquel», «Volveré a nacer», «Mi gran noche» o «Digan lo que digan», ambas con arreglos discotequeros.
Sí ha prescindido de «Provocación» o «No puedo arrancarte de mí» para, a cambio, introducir temas recientes como «Victoria», «Para seguir en pie» o «De tanta gente», el segundo de la velada, con una letra que tan bien encaja con la idea del «Raphaelismo»: «Vivir y hacer vivir / Soñar y hacer soñar / Cantar amándote / Y amado por cantar / Ni tú, ni yo, volamos solos».
A ese grupo pertenece «A punto de besarte», que ha sonado aún más grande y emocionante que en el último disco, digna de incardinarse entre los temas estables de sus conciertos, aunque a Raphael se le haya notado la novedad, pues apenas apartaba la vista del monitor para no perderse con la letra.
«Esta canción no es que sea romántica, es que es aplastante. Yo como profesional de la música nunca había oído esta forma de enfocar el amor y las cosas», ha dicho en su única intervención al público como elogio de «Lo saben mis zapatos», su versión del original de Pablo López, cuya ausencia esta noche sobre el escenario ha sorprendido.
Sólidamente escoltado eso sí por 10 músicos y por tres coristas, su amplio bagaje discográfico le ha permitido bucear además en cortes poco manoseados pero curados por más de medio siglo de existencia, como «Cierro mis ojos», «La canción del trabajo» o un «Amor mío» en la que ha sacado toda la garra y el drama, con un lamento final de guitarra electrónica.
No ha dejado tampoco de volver a su querida Latinoamérica con tres versiones emblemáticas: la tradicional «La llorona» y la de «Fallaste corazón» de Pedro Infante, con México en el corazón, y la de «Gracias a la vida» de Violeta Parra, desde Chile.
En el último tercio, a partir de «Estar enamorado», Raphael ha recurrido a su broche favorito, tallado en la experiencia de tantos años de tú a tú con su público sin casi variaciones: una «En carne viva» colosal en su colofón instrumental, «Frente al espejo» con la mejor puesta en escena entre cristales rotos, «Qué sabe nadie», «Yo soy aquel», el navideño «El tamborilero» y, claro, «Escándalo».
Ha sido un broche con la efigie de Rocío Jurado grabada en el centro, pues a ella le ha rendido homenaje primero con «Se nos rompió el amor» y el público en pie y, tras interpretar esas otras «joyas de la corona» de su cosecha propia, con el espaldarazo de «Como te amo».
Tras este primer bocado que sabe a «Victoria», la inmersión completa de Raphael en su último disco llegará en los próximos meses, con cuatro conciertos ya confirmados: Jerez de la Frontera (29 de julio), Castellón (12 de agosto), Sevilla (15 de septiembre) y, de nuevo aquí dentro de un año, Madrid (16 de diciembre).
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