Juan Pablo Duarte lo advirtió con claridad: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices.” No es una frase decorativa ni un lema para discursos vacíos. Es un principio rector, una brújula que señala el destino de toda nación que aspire a la estabilidad y al verdadero progreso. Porque la justicia-en su sentido más amplio-no se limita a las sentencias de los tribunales o a la aplicación de la ley. Es la garantía de que cada persona tenga acceso a las oportunidades que le permitan construir su futuro con dignidad.
La República Dominicana enfrenta hoy un dilema profundo: la justicia social. No hay equidad cuando el derecho a la educación sigue siendo una lotería donde el lugar de nacimiento marca la diferencia. No hay justicia cuando la salud depende del bolsillo y no de la necesidad. No hay bienestar cuando la formalidad laboral es una excepción y no la norma. Cada una de estas brechas erosiona el pacto social, debilita la confianza en las instituciones y retrasa el desarrollo de una nación que tiene el potencial de ser próspera y justa para todos.
Pero la historia nos enseña que ninguna transformación ocurre por inercia. La prosperidad no llega por accidente. Las sociedades que han avanzado hacia un modelo sostenible de bienestar han entendido que la justicia no es un acto de caridad, sino el fundamento del orden y el progreso. La pregunta es: ¿qué modelo de justicia social queremos construir en la República Dominicana? ¿Cómo logramos que la formalización del empleo no sea una estadística, sino una garantía de estabilidad? ¿Cómo estructuramos un Estado de bienestar que no dependa del asistencialismo, sino de la creación de oportunidades reales?
Responder a estas preguntas no es un ejercicio académico ni un debate teórico. Es una necesidad urgente. Y en ese sentido, este artículo marca el inicio de una conversación que debemos sostener en profundidad. A partir de hoy, cada semana abordaremos un tema clave para comprender el modelo de desarrollo que necesitamos construir en la República Dominicana, con un enfoque claro: no basta con señalar los problemas, es hora de plantear soluciones.
Esta serie de entregas, inspirada en Por el Bien Común: Hacia un Estado de Bienestar para Todos, no solo servirá como una guía de lectura para quienes buscan comprender los desafíos y oportunidades de nuestro país, sino que también será un espacio de formación, reflexión y acción. Exploraremos la educación como motor de movilidad social, el empleo formal como pilar de la dignidad, la salud como derecho fundamental, el desarrollo económico con justicia social, el fortalecimiento institucional como base de la estabilidad y muchos otros temas esenciales para el futuro de nuestra nación.
No podemos seguir postergando esta discusión. El país necesita un nuevo consenso sobre su modelo de desarrollo, y la justicia debe ser su eje central. Porque la justicia no puede ser una aspiración inalcanzable ni un discurso de ocasión. Debe ser el punto de partida de un país donde el progreso sea accesible para todos y no un privilegio de unos pocos.
Acompáñenos en esta serie de reflexiones. Porque entender nuestra realidad es el primer paso para transformarla. “Un país no avanza cuando unos pocos logran el éxito, sino cuando el bienestar se convierte en el derecho de todos.” Es tiempo de asumir el reto. Es tiempo de construir el futuro que merecemos.