El 30 de mayo de 1961 es una de las fechas más gloriosas en la historia contemporánea de la República Dominicana. Ese día, un valiente grupo de hombres, impulsados por el anhelo de libertad, arriesgaron sus vidas para poner fin a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, que había asolado al país durante 31 años. Este acto heroico no solo derrocó un régimen de terror y represión, sino que también abrió las puertas a una nueva era de democracia y derechos fundamentales para el pueblo dominicano.
Día de fiesta nacional
El 4 de diciembre de 1961, el abogado Eduardo Sánchez Cabral envió una carta al entonces presidente Joaquín Balaguer solicitando declarar el 30 de mayo como “Día de Fiesta Nacional”. Sánchez Cabral argumentaba que esa fecha tenía una trascendencia política e histórica comparable a la Independencia y la Restauración de la República, ya que representaba la liberación del pueblo dominicano del yugo más prolongado de su historia. Balaguer nunca respondió y la fecha continuó relegada al olvido.
El verdadero reconocimiento oficial llegó el 26 de mayo de 1962, cuando el Consejo de Estado, presidido por Rafael F. Bonelly, promulgó la Ley No. 5925, declarando el 30 de mayo de 1961 como “Día de Fiesta Nacional” y no laborable, al tiempo de subrayar que la caída de la tiranía trujillista marcó el inicio de una nueva etapa caracterizada por la libertad, el respeto a los principios democráticos y la implantación de normas orientadas a la justicia social.
Celebración popular
A partir de ese momento, la conmemoración del magnicidio tomó un cariz profundamente popular. La ciudadanía, ávida de celebrar el primer aniversario de la caída de Trujillo, denominó el 30 de mayo como “Día de la Libertad”. El Consejo de Estado respaldó con entusiasmo las festividades organizadas por diversas instituciones públicas y privadas, fomentando una participación masiva. Las calles, callejones y plazas públicas vibraron con algarabía y el nuevo merengue, “Mataron al chivo”, se convirtió en el himno de la celebración. El Ayuntamiento del Distrito Nacional proclamó el 30 de mayo “Día de Meditación y Júbilo”; mientras que el Congreso de Venezuela, en solidaridad con el pueblo dominicano, lo declaró unánimemente “Día de Júbilo Americano”.
El 21 de marzo de 1967 fue promulgada la Ley No. 108 que, en consonancia con la No. 5925 de 1962, mantuvo la denominación de “Día de Fiesta Nacional”, pero con la diferencia de declarar el 30 de mayo como día laborable. Esta modificación reflejó una evolución en la percepción y celebración de la fecha, integrándola de manera más formal en el calendario laboral y cívico del país. Sin embargo, a lo largo de la etapa democrática pocos gobiernos reconocieron la importancia del 30 de mayo.
Un legado para las nuevas generaciones
Fue el presidente Luis Abinader, en un gesto que le enaltece, quien dio el paso definitivo hacia la plena institucionalización de la efeméride, pues mediante el decreto 335-21, del 27 de mayo de 2021, declaró el 30 de mayo “Día de la Libertad”. De esa manera, se reconoció el significado histórico de la fecha, se consolidó su trascendencia en la memoria colectiva dominicana y se reafirmó el compromiso del país con los valores de libertad y democracia que defendieron los hombres que protagonizaron el magnicidio. La conmemoración de la fecha quedó alineada con el sentir popular que, desde la caída de la dictadura, había denominado la efeméride “Día de la Libertad”.
El 29 de mayo de 2021, durante la inauguración de la exposición “1961: el año de la libertad”, celebrada en el Centro de los Héroes, el presidente Abinader manifestó lo siguiente: “Honremos también hoy aquí a los que vendrán mañana para mantener la antorcha encendida de nuestra libertad. Seamos, pueblo dominicano, los dueños de nuestro destino y llevemos siempre como bandera la luz de la libertad en nuestra alma inconquistable”.
Este mensaje resuena como un llamado a la responsabilidad cívica y al compromiso continuo con los principios democráticos, asegurando que no se olvide el sacrificio de los héroes del 30 de mayo de 1961 para que su ejemplo inspire a las nuevas generaciones a proteger y fortalecer la libertad y la democracia en la República Dominicana.
Oscar A. de la Maza R.
Presidente de la Fundación Hermanos de la Maza