Disfrutaba de un exquisito almuerzo un domingo, junto a algunos amigos, cuando uno de ellos se me acercó y me preguntó: ¿Escuchaste del fraude inmobiliario? ¿Y qué se puede hacer para evitarlo? Poco pude responderle en ese momento, pues nuestra animada conversación fue interrumpida por algunos comensales, cuyos altos decibeles, fruto de unas cuantas botellas vacías sobre la gran mesa, hicieron imposible continuar. Reinaba la algarabía.
Han pasado diez meses desde aquel día. Al leer las noticias de entonces, pensé, como muchos otros, que el caso en cuestión era aislado. Me equivoqué.
Como desarrollador inmobiliario reciente y ante la creciente preocupación en un sector estratégico como el desarrollo inmobiliario con vocación turística, he decidido aportar una humilde opinión sobre cómo un comprador puede proteger su inversión.
La mayoría de los compradores de propiedades de este tipo, las cuales identifico para fines de este escrito como de mediano a bajo precio, son extranjeros y dominicanos ausentes. Aquí surge el primer riesgo: la distancia dificulta la interacción directa con el desarrollador y el promotor. Sus comunicaciones, en la mayoría de los casos, se limitan a su agente inmobiliario. Estos clientes de buena fe depositan toda su confianza en el agente de ventas. Como en todo ámbito, hay agentes buenos y malos.
Lo primero que debe hacer un comprador es elegir un agente probado, pero, sobre todo, asegurarse de que este haga la debida diligencia frente al desarrollador. Esto implica solicitar toda la documentación del proyecto, como el título del terreno, el contrato de promesa de venta, el dossier del promotor, información sobre el fideicomiso (si existe), los accionistas o dueños del fideicomiso para su debida verificación y los planos o la presentación completa del producto. Los agentes inmobiliarios responsables deberán contar con esta documentación antes de promover un proyecto.
Una vez validados estos requisitos, el cliente debe solicitar una reunión con el desarrollador y establecer contacto directo para mantenerlo a lo largo del proceso. Hoy en día, las reuniones virtuales facilitan esta interacción.
Otro aspecto fundamental es evaluar el tipo de proyecto: ¿Es viable? ¿Es realista? Lo menciono porque, con frecuencia, veo promociones de proyectos que, por sus características, parecerían más adecuados para Las Vegas, Nevada, o para Orlando, Florida. Hay que ser prácticos y aplicar el sentido común.
En este punto, debo enfatizar la importancia del fideicomiso. La palabra en sí puede intimidar, pero, en términos simples, significa que una fiduciaria (un tercero) administra financieramente la obra. Todos los recursos, tanto de clientes como de inversionistas y préstamos bancarios, son gestionados por esta entidad. Ahora bien, como en todo, hay fiduciarias buenas y malas. Con un par de llamadas o mensajes de WhatsApp, se puede identificar cuáles son confiables. En República Dominicana, existen más de 1,200 fideicomisos en operación, la mayoría de ellos de tipo inmobiliario. Sin duda, esta es la mejor vía de inversión para comprar una propiedad con mayor seguridad.
Por último, contar con un buen abogado contratado por el comprador facilita enormemente el proceso. En estos tiempos de redes sociales, fake news y posverdad, no todo se puede hacer digitalmente. Seamos más físicos y presenciales al tomar decisiones importantes.
Aquí tienes mi respuesta, querido amigo.