El sexenio 1838-1844 fue el marco histórico social en el que surgieron dos corrientes ideológicas antagónicas que, tras la proclamación de la República, devinieron irreconciliables respecto de la modalidad política que debía adoptar el nuevo Estado nación para mantenerse independiente. Según Federico García Godoy, la primera de esas dos tendencias políticas surgió en julio de 1838 a través del grupo liberal de La Trinitaria, y la segunda en noviembre de 1843 cuando quedó oficializado el sector conservador mediante el Plan Levasseur.
El pacto político que hizo posible el 27 de febrero duró apenas seis meses; y la escisión, que resultó letal para los duartistas, fue resultado de la dinámica interna de los acontecimientos y del devenir dialéctico en el que operan las clases sociales. A raíz de la advertencia del general Santana en el sentido de que no sería posible garantizar la paz ni la victoria, si el ejército de Herard continuaba su marcha hacia Santo Domingo, Tomás Bobadilla recurrió al cónsul Saint Denys con el fin de agilizar las gestiones para obtener un protectorado político y militar de Francia.
En efecto, el 23 de abril, Saint Denys le escribió a su Ministro de Asuntos Exteriores, que lo era el prominente historiador Francois Guizot, subrayando la importancia de que Francia mostrara “sus simpatías por las poblaciones del Este de otro modo que por una intervención puramente moral”. El flamante cónsul francés, primer exponente del funcionario extranjero injerencista en los asuntos internos dominicanos desde los días previos a la independencia, solicitó que su gobierno apoyara a los dominicanos con hombres y armamentos para que pudieran protegerse de las invasiones militares haitianas. Saint Denys incluso llegó al extremo de recomendar que el almirante De Moges procediera a ocupar la bahía de Samaná como parte del pretendido acuerdo de protectorado. (Víctor Garrido Puello, Política de Francia en Santo Domingo, 1962).
En el entretanto, el domingo 26 de mayo, Bobadilla convocó a los miembros de la Junta Central Gubernativa, junto con el vicario Tomás de Portes e Infante y otras personalidades, a una sesión extraordinaria que tuvo lugar en la sede del palacio de gobierno con un solo punto de agenda: conocer sobre del status acerca de las negociaciones domínico-francesas en favor del protectorado.
En el curso de esa reunión, los dos Tomás (Bobadilla y Portes e Infante), explicaron y justificaron las negociaciones con el representate francés que, dicho sea de paso, ya estaban bastante avanzadas. Bobadilla arengó a los presentes y expuso sin rodeos el plan político urdido por el sector que lideraba. Se refirió a los esfuerzos y sacrificios realizados por el Gobierno para defender la Separación, al tiempo de enfatizar que entre las opciones existentes para obtener un protectorado, España, Estados Unidos, Inglaterra o Francia, esta última era preferible debido a que tenía intereses directos en el país y protegía la libertad y a la humanidad (Emilio Rodríguez Demorizi, Discursos de Bobadilla, 1938).
Por tal motivo, concluyó el astuto político, se imponía obtener la protección de Francia y establecer “con ella relaciones de comercio y de amistad, para hacerla respetar y defender en lo interior y en lo exterior…” Más claro de ahí, ni el agua. El sector proteccionista puso sus cartas sobre la mesa, circunstancia que agudizó las contradicciones entre duartistas y conservadores. Entonces, ardió Troya… Continuaré con el tema.