No hay escapatoria: la adultez se crea en la infancia. No basta con distanciarnos físicamente de las personas y los ambientes que nos formaron: si no enfrentamos las circunstancias que nos afectaron en la infancia, las cargaremos con nosotros en los próximos capítulos de nuestras vidas.
El espejo, el niño y el vientre
Somos seres profundos: de intenciones, pensamientos e intenciones intangibles. Somos baúles de recuerdos del pasado y bancos de anhelos para el futuro.
Sin embargo, lo que ocurre en nuestros cuerpos suele primar sobre lo que atraviesan nuestras mentes. Considerando que el cerebro almacena más información de la que somos conscientes, esto obra a nuestro favor, porque el cuerpo se convierte en el mensaje de las partes más recónditas de nuestro ser.
Johanna Cedeño–especialista en sanación emocional, mentora de plenitud y creadora de la filosofía de vivir en plenitud emocional (basada en la bioneuroemoción)–propone que los dolores y las complicaciones de salud que experimentamos en el cuerpo gritan lo que la mente nunca pudo expresar.
Todo lo que no se liberó desde la concepción hasta los 12 años se somatiza en el cuerpo.
De la conexión entre mente, cuerpo y emociones se encarga la bioneuroemoción. La filosofía que la engloba, la plenitud emocional, establece que siempre estamos frente a nosotros mismos, ya que, para el inconsciente, el otro no existe. “Aquello que nos molesta de los demás es, en realidad, algo que también está presente en nosotros, pero que no queremos aceptar”, agrega Cedeño.
Por eso, cada reto que enfrentamos es una invitación a sanar lo que quedó pendiente en nuestras infancias, que hoy en día se expresa por medio de detonantes y dolencias. El cuerpo nos habla a través de nosotros mismos y de los demás.
El niño interior
En los últimos años, se ha hablado cada vez más de la figura del niño interior y su rol en sanar de los traumas… pero no todos son fanáticos. Para algunos expertos fundamentados en la ciencia, el concepto carece de base científica. Y es válido.
Sin embargo, el ser humano siempre ha utilizado el arte para poder entender el mundo que lo rodea. El “niño interior” representa las experiencias traumáticas de la infancia. Por un lado, es la “verdadera esencia de amor”, el “potencial ilimitado” y la “creatividad expansiva” que viven en nosotros. Su otra cara es, según la experta, la parte herida que quedó de los momentos de alto impacto experimentados en la infancia.
Los momentos de alto impacto
Esos momentos no necesariamente ocurren en la infancia. “Al conocer la raíz, identificamos que no solo se halla en la infancia, sino también en el vientre materno. Thomas Berne y Gestalt muestran en sus estudios científicos que el 50 % de la personalidad se forma en el vientre materno”, abunda la especialista.
Estos nos llevan a reaccionar “de una manera que a veces no es desde ese ser auténtico, sino a través de las máscaras y las caretas, para poder sobrevivir”.
Nuestras características actuales apuntan a nuestras heridas guardadas. Según la experta:
- Si eres dependiente o codependiente, tu niño interior experimentó una herida de abandono.
- Si huyes ante los conflictos en tu relación de pareja o ante los diferentes conflictos, eres huidizo, probablemente experimentas una herida de rechazo.
- Si eres extremadamente rígido e inflexible, y te cuesta ser vulnerable, muy probablemente experimentas una herida de injusticia.
- Si al día de hoy eres masoquista–estás donde no quieres estar, dices “sí” cuando quieres decir “no”–o eres narcisista, experimentas una máscara de humillación.
- Si eres perfeccionista y controlador, tu niño interior experimenta una herida de traición.
De la analogía a la acción
El sol no desaparece porque decidamos taparlo con un dedo; enfrentar la realidad es importante. Como el niño interior es intangible, una de las herramientas prácticas para sanarlo es mental.
Si ya identificaste la experiencia de alto impacto, puedes hacer una visualización e ir al momento vulnerable de alto impacto de la infancia como ese nuevo adulto amoroso.
- Debes pedirle permiso, porque a lo mejor eres desconocido por él o ella.
- Hazle sentir que ya no está solo, por medio de un abrazo, por ejemplo.
- Permítele liberar esa emoción y expresar lo que no pudo expresar.
- Desde ese adulto amoroso, dale un nuevo significado y llena ese momento de amor.
La mentora establece que, en ese gimnasio mental en el que abrazas al niño interior, verás cómo la tristeza se convertirá en una sonrisa, y empezarás a construir tu autoconfianza, amor propio y autoestima. “Que el adulto amoroso abrace al niño interior y lo llene de amor, es la gran receta sin píldora para sanar. Es el acto de amor más noble”.
El porqué y el propósito
Por más que haya fuerza en los números, la historia de una sola persona tiende a tener un impacto único.
Cedeño nació en el mundo de los negocios. Sus padres eran empresarios y sus proveedores eran las grandes multinacionales, por lo que su sueño siempre fue manejar estas grandes marcas. Y lo logró. Trabajó en las áreas de ventas y marketing de empresas como Coca Cola, Chevrolet y Nestlé.
Luego, se enamoró y formó una familia junto a su esposo. Pasó de ser, como ella misma se describe, “una mujer muy ambiciosa” y “de mucha carrera profesional”, a dedicarse a la carrera de su esposo. En ese momento, en un nuevo país y con una niña pequeña, se enfrentó a una crisis de identidad.
¿Qué sucede cuando la vida nos arranca las etiquetas que llamamos ‘nuestra identidad’? ¿Quiénes somos cuando se caen esos fragmentos? Para Cedeño, la transición le llevó a sentirse fracasada y sacrificada. Luchaba con su hija pequeña desde su propia niña interior, sin entender qué le estaba pasando. Estaba viendo a su familia–ahora de cuatro integrantes–desintegrarse entre sus dedos… así que decidió buscar ayuda.
Dos años después, se sentía en el mismo punto, por lo que se propuso aprender por sí misma. Así llegó la bioneuroemoción a su vida, por el anhelo de entender qué estaba atravesando. Y decidió compartir ese conocimiento con el resto del mundo.
¿Y si todo tiene un propósito? De una madre preocupada por herir a su hija nacieron la filosofía y el programa de vivir en plenitud emocional. Es increíble cómo las experiencias que más nos aturden pueden ser el punto de partida para transformar nuestras vidas y las de los demás.
¿Y si la libertad se puede alcanzar?
Estamos sobreexpuestos a tanta información dispareja o con segundas intenciones, que tiene sentido que nos estamos volviendo cada vez más cínicos. Sobre todo si escuchamos una oferta cuyo producto es “libertad”, nos preparamos para escuchar un pitch de ventas malintencionado.
Sin embargo, olvidando los posibles intereses de quienes nos ofrecen las soluciones, la pregunta permanece: ¿será posible ser libres y plenos?
Para Cedeño, la respuesta es un rotundo “totalmente. Tú puedes vivir en esa libertad emocional y en esa plenitud cuando entras a conocer los diferentes momentos de alto impacto en tu infancia y eliges convertirte en esa adulta amorosa, para entrar y llenar de amor a esa niña interior, permitirle liberar esas emociones reprimidas y volver a reprogramar su mente inconsciente con nuevas emociones positivas”.
La experta plantea que este es el punto de partida de la libertad: “libre de carga, libre de dolor, libre de tristeza. Y comienzas a disfrutar la vida desde el adulto amoroso que eres. Ya no lidera tu vida el niño interior herido, sino el adulto amoroso en plena libertad, reescribiendo su historia”.
La plenitud no solo proviene de la sanidad interior. Cuando sana tu niño interior, sana tu versión adulta también. Esto significa que no tienes que satisfacer carencias con validación externa.
“Por consiguiente, te sientes pleno, te sientes lleno, porque ya no sales a buscar allá afuera. Ahora te das tú, de ti misma, a esa niña interior. Vivir en plenitud es saber que aquello que sales a buscar allá afuera te lo puedes dar a ti mismo. Cuando logras comprender esto, hay una alquimia que se forma. Puedes elegir sanar la parte herida y convertirla en amor”, concluye la experta.
El mayor acto de valentía
Por más que es necesario regresar al pasado para sanar el presente, no nos podemos quedar allí. El propósito de sanar el niño interior es ser adultos sanos, libres de los bloqueos emocionales que distorsionan nuestras personalidades, y acercamiento a las demás personas y a las oportunidades.
“Un adulto amoroso que está conectando con su niño interior pasa de la queja al agradecimiento, de la victimización y de la culpabilidad a ser responsable y de la herida al amor propio”, explica Cedeño.
Ese abrazo entre adulto y niño produce una alquimia; le da forma al amor propio que cambia tu presente y permite que lo disfrutes. “Yo siempre digo que disfrutar nuestro presente–que es reescribir nuestra historia–es un acto de valentía”.
Una parte importante de sanar es elegir hacerlo diferente cuando nos toque ayudar a formar el niño interior de cada uno de nuestros hijos. “Es un acto de tener coraje y la fuerza de decir: ‘Yo elijo hacerlo diferente a mamá o papá’, desde el agradecimiento, desde honrarlos y respetarlos”.
La experta explica que el concepto errado está en la palabra ‘honra’, porque pensamos que significa repetir patrones; solo significa perdonar y entender, desde el amor, que quizá nuestros padres nos criaron con niños interiores heridos, proyectaron en nosotros sus mismas heridas y patrones, sin la más mínima mala intención.
“Por eso, al día de hoy, es importante para nosotros hacer ese trabajo interno, no ir a mamá o a papá como adultos y pasarles un látigo o pasarles factura; es un trabajo interno. Si eso es lo que estás haciendo, estás atrapado en una herida. Elige tú cambiar”.
Para Cedeño, el cambio que anhelamos ver en otros es el que deseamos hacer en nosotros mismos. “Eso es vivir en plenitud emocional. Cuando logras verlo desde esa mentalidad de riqueza y abundancia, la paz, la tranquilidad y el amor vuelven a ti”.
En ti está la capacidad de entrar a sanar la parte herida que se quedó en el pasado. A pesar de que no seas culpable de los patrones que te formaron y que ahora te dominan, sí eres responsable de qué hacer con ellos.
Según la especialista, podemos llenar a cada niño interior de amor para armar el rompecabezas del ser, y así lograr vivir en plenitud, con felicidad y propósito. Definitivamente, no estamos condenados a repetir el pasado… si decidimos sanarlo.