(A mi cuñada, Josefina Rubio – Gina)
«Una simple observación de la realidad social dominicana permite descubrir que el juego de pelota se encuentra hondamente arraigado en la cultura popular del país. Esto se puede verificar de diversas maneras. En primer lugar, la práctica y la afición al deporte son fenómenos generalizados en todas las regiones de la geografía nacional, así como en los distintos sectores de la sociedad…» (Lengua y beisbol en la República Dominicana, 2006:17)
Orlando Alba
En vida, ella fue lo que se llama una escogidista militante y convencida. Y fue ella quien a la mayor parte de sus hijos les «inyectó» casi en los huesos ese profundo sentimiento y amor por nuestro equipo escarlata. Lograr esto para ella resultó mucho más que fácil, pues al nuestro padre fallecer cuando yo ni siquiera había nacido, los vínculos de la madre con sus retoños fueron muy fuertes. En tal virtud, en todo nuestro quehacer existencial, hasta que se mantuvo respirando, y aún después de muerta, ella fue, es o se convirtió en nuestro modelo a seguir, en nuestro ídolo, en nuestro espejo.
Todavía recuerdo su euforia o alegría desbordante cuando los Leones del Escogido ganaban un campeonato. Durante la semana del triunfo no había quien la soportara, su sonrisa nunca se apartaba de su mulato rostro y el peso de las burlas o «cuerdas» a sus compadres, vecinos, amigos, nueras y relacionados era irresistible. Cuando de “dar cuerdas” se trataba, era dulcemente necia con los seres a quienes ella les tenía afecto y confianza. Sus “cuerdas”, concebidas siempre sin herir ni distanciar, tenían la particularidad de que muchas de ellas las daba en versos, en unos breves, satíricos, irónicos o burlones versos que en cada ocasión improvisaba, y que muchas ronchas producían en la mente y en el ánimo de los seguidores del equipo derrotado.
Por esa razón, en un artículo titulado «Mi madre, las “cuerdas” y el béisbol», acerca de ella escribí en este mismo diario los siguiente:
«Escogidita mil por mil, cuando su equipo ganaba, nadie soportaba el peso irónico de sus versos ni el eco reiterado de su sarcástica carcajada. Sin embargo, todos valoraban en ella el carácter integracionista o de alta camaradería que les imprimía a sus “cuerdas”, tanto que bien puede afirmarse que mi madre gozaba igual dando las “cuerdas” como recibiéndolas…» (Diario Libre, 22 /11/2022)
Por esa razón, sé que en estos momentos, y con motivo de haber ganado su equipo el campeonato número diecisiete (17), nuestra siempre amorosa y recordada madre, doña Librada, allá, en el más allá, está aplaudiendo delirantemente, llamando por teléfono, enviando tarjetas con sarcásticos mensajes, y hasta improvisando sus irónicos, satíricos o punzantes versos. Y por esa misma razón, hoy su alegría es nuestra alegría: la alegría de todos sus vástagos y demás seres que la querían.