Hay grupos de dominicanos que gozan de privilegios y prebendas desde la inauguración de la democracia en el país. Bajo la falsa pretensión de popularidad y garantes de la paz pública, a los choferes se les dan villas y castillos en función de su capacidad de chantaje y presión. Su actividad es un negocio y bajo el ropaje de “sindicatos” se ocultan organizaciones empresariales, más capitalistas que Wall Street. Sin olvidar que hay sindicatos del crimen, con acciones mafiosas y truculentas.
Procede el aumento de los peajes, desde hace años con tarifas devoradas por la inflación. No ocurre así con los choferes, que continuamente aumentan los precios de sus servicios y al consumidor no le queda más remedio que pagar. El aumento es insignificante y bien puede ser absorbido sin más ni más. Pero la temporada de buscar ventajas siempre permanece abierta para los “padres de familia”. Cuarenta pesos adicionales por cada cruce de peaje apenas representa lo que paga un pasajero. Hay que terminar la rumba abierta para baile con los recursos públicos. Si el negocio del transporte no es rentable, pues a otra cosa.