Ya lo he dicho antes, se puede ser ambientalista y apoyar la minería responsable, ambos conceptos no riñen.
Más cuando vivimos un momento crítico para la economía dominicana, con un déficit fiscal significativo, por lo que el sector minero surge como una alternativa clave para contribuir al desarrollo sostenible.
La minería responsable, regida por estándares ambientales y sociales estrictos, puede convivir con los principios del ambientalismo si se gestiona de manera adecuada y transparente.
El caso de Barrick Pueblo Viejo es un ejemplo concreto. Desde sus inicios, la empresa ha pagado US$3,500 millones en impuestos y actualmente lidera un proyecto de reasentamiento que incluye la construcción de más de 650 viviendas, escuelas, parques y otros servicios comunitarios, con una inversión de más de US$320 millones. Este enfoque no solo impulsa la economía, sino que también mejora la calidad de vida de las comunidades afectadas.
Juana Barceló, presidenta de Barrick Pueblo Viejo, lo expresó claramente en entrevista con Inés Aizpún: “Una gran manera de contribuir con las arcas del Estado y reducir el déficit fiscal es apoyando la minería responsable”. Claro, esta responsabilidad implica más que pagar impuestos: requiere un compromiso con el bienestar social y ambiental.
La nueva Ley de Minería busca consolidar esta visión, promoviendo estándares más altos y asegurando que los proyectos sean beneficiosos para todos los actores. Además, en un contexto global donde minerales como el cobre y el oro son esenciales para tecnologías sostenibles, como paneles solares y vehículos eléctricos, la minería responsable puede contribuir a la lucha contra el cambio climático.
El desafío radica en gestionar las tensiones sociales y garantizar la transparencia. Los incidentes recientes en comunidades cercanas a la mina resaltan la importancia de reforzar el diálogo y las compensaciones justas.
Proteger el medio ambiente y fomentar el desarrollo económico no son objetivos excluyentes. La minería responsable, con inversiones sociales, monitoreo ambiental y respeto por las comunidades, puede ser parte de un modelo sostenible. Apostar por esta vía es un paso hacia un desarrollo inclusivo, donde economía y sostenibilidad coexistan, mientras liquidamos la busconería.