Pocos son los textos de historia patria que se refieren a la independencia nacional como un proceso social cuya génesis, desarrollo y cristalización transcurrieron en un determinado período histórico nacional e internacional. Durante muchos años, en la enseñanza escolar dominicana escaseaban las explicaciones críticas y reflexivas sobre el pasado del colectivo, sus venturas y desventuras en el proceso de construcción de la nación. No se enseñaba al estudiante, como decía Pierre Vilar, a “pensar históricamente”.
La enseñanza de la historia patria data de mediados del siglo XIX y uno de sus propósitos esenciales es la legitimación del Estado-nación cuyos ideólogos, inspirados en el legado de los Enciclopedistas y del Romanticismo, comprendieron la necesidad de estimular en el subconsciente colectivo, por medio de la representación del pasado, el sentimiento de pertenencia y lealtad a la nación, al tiempo de construir y fortalecer la noción de identidad nacional.
Existen tres modelos o esquemas de representación de la historia a través de los cuales se tiene acceso al pasado. Esos tres modelos o paradigmas, que han sido objeto de numerosos estudios por especialistas en historia, sicología, sociología, pedagogía y lingüística, son la historia académica; la historia escolar y la historia cotidiana.
La historia académica es la que cultivan los historiadores profesionales de conformidad con “la lógica disciplinaria de un saber instituido bajo condiciones sociales e institucionales específicas”. La historia escolar, en cambio, suele ser en gran parte una especie de adaptación de textos académicos estrictamente ceñida a un currículo educativo, el cual ha sido especialmente diseñado para el sistema escolar básico y medio o secundario, de acuerdo con los valores de la ideología dominante. La historia cotidiana es en muchos aspectos diferente de las dos representaciones anteriores, pues es el producto de una memoria colectiva que asimila la mente de los ciudadanos y está hecha del recuerdo, también del olvido, de mitos y de tradiciones orales.
“La historia escolar, ha escrito el profesor Mario Carretero, especialista en Psicología Cognitiva, brinda contenidos que se estructuran como narración oficial de la experiencia del pasado común, a los que se agrega una importante carga emotiva destinada a crear identificación (con los próceres y “hombres de la patria”) y un sentimiento de lealtad y pertenencia, fortalecida por el uso de los símbolos patrios, los íconos y los himnos de la rutina escolar.
La historia académica, en cambio, ofrece un saber institucionalizado dentro de las ciencias sociales, el cual nace y se constituye en función de los Estados nacionales, a los que aporta la garantía de legitimidad del pasado común que da lugar al desarrollo de la identidad. Por último, la historia cotidiana significa de modo informal parte del “saber enseñado” y parte del “saber sabio”, y lo utiliza para interpretar el presente en clave de “actualidad”.
De la fiabilidad en el uso de las fuentes que hace el historiador para reconstruir el pasado, con ayuda de cualquiera de los tres modelos anteriormente descritos, dependerá la percepción que tendrán los estudiantes al entrar en contacto con el pasado, “ese país extraño”, como lo denominó el historiador David Lowenthal.
Una breve revisión de varios textos de historia patria o escolar nos permitirá forjarnos una clara idea de cuáles contenidos y conceptos aprendieron y asimilaron diversas generaciones de dominicanos, por ejemplo, acerca de la independencia nacional y del pensamiento político de los fundadores de la República. Continuaré con el tema.