Estoy a favor de la elección de Kamala Harris como presidenta de Estados Unidos, fundamentalmente porque Donald Trump es un peligro para la Humanidad, y de Juan Dalmau como gobernador de Puerto Rico, esto porque mi país necesita liberarse del yugo del bipartidismo corrupto.
Harris representa una apuesta firme por la continuidad de un gobierno que ha trabajado por reconstruir la confianza en las instituciones democráticas tras los embates del populismo autoritario. En un país fracturado, Harris encarna la capacidad de tender puentes entre las diversas comunidades, siendo la primera mujer de ascendencia afroamericana y asiática en ocupar uno de los cargos más poderosos del mundo, lo cual enviará un mensaje global de tolerancia.
Su presencia en la Casa Blanca ha sido un recordatorio constante de que la política puede y debe ser inclusiva. Su elección asegura que temas como la justicia racial, los derechos de las mujeres y la migración sigan siendo centrales en la agenda estadounidense, pero con justicia. Es necesario mantener este tipo de liderazgos comprometidos con la equidad, en un contexto global que cada día necesita más voces que hablen con firmeza desde la diversidad. En Puerto Rico, la figura de Juan Dalmau ofrece una esperanza similar, aunque desde un contexto insular distinto y con retos propios. Dalmau ha sido una voz consistente en la defensa de un proyecto político soberanista que aboga por un futuro de dignidad y justicia social para el país. Mientras otros políticos se enredan en promesas huecas y en alianzas con los mismos sectores que perpetúan el estancamiento colonial, Dalmau ha mantenido un discurso coherente y valiente, señalando la urgencia de redefinir la relación con Estados Unidos desde una posición de respeto y autodeterminación.
La elección de Kamala Harris y Juan Dalmau, en sus respectivos escenarios, podría ser el inicio de un necesario giro hacia la política del siglo XXI, una política que se construye desde el respeto a la diferencia, la justicia social y la búsqueda de soluciones reales a problemas que se han tratado con demagogia y populismo. El cambio es posible, pero solo si se apuesta por los liderazgos correctos. Es hora de recoger la basura.