Hay momentos en la vida de una nación que definen su futuro. Recuerdo una tarde en Madrid que, hasta hoy, sigue moldeando mi visión de liderazgo. Frente a mí, estaba el Presidente Adolfo Suárez, un hombre que supo llevar a España desde la incertidumbre hacia la esperanza. Mientras hablábamos, sus palabras me calaron profundamente. No era un político cualquiera; era alguien que había vivido la responsabilidad de unir a un país fragmentado.
En esa conversación, me dijo algo que jamás olvidaré: “Pablo, liderar es saber cuándo mirar más allá de lo inmediato, cuándo pensar no en nosotros, sino en los que vendrán después”. Esa frase resonó en mi interior, porque su experiencia me enseñaba que el verdadero liderazgo se mide en los momentos críticos, en las decisiones que no siempre son fáciles, pero que son necesarias. Y hoy, al pensar en nuestra querida República Dominicana, siento el mismo peso que Suárez debió sentir entonces. Nos enfrentamos a una encrucijada histórica.
Estamos en un punto en el que nuestras decisiones no solo impactarán el presente, sino que definirán la vida de nuestros hijos y nietos. Sabemos que los desafíos son grandes, pero también sabemos que, unidos, somos capaces de superarlos. Este es el momento de un pacto de nación que, como en los Pactos de la Moncloa, ponga al país por encima de todo, que priorice el bienestar de todos sus ciudadanos.
Los Pactos de la Moncloa no fueron solo un acuerdo político, fueron un compromiso con la historia. En ese momento, los líderes de España entendieron que el futuro de una nación no puede construirse desde el egoísmo. El sacrificio colectivo fue lo que permitió que España saliera adelante, y es ese mismo sacrificio el que hoy necesitamos en nuestra República Dominicana. No podemos seguir posponiendo las decisiones que nos urgen. Debemos actuar ahora, con responsabilidad y visión.
El verdadero progreso no se mide solo por el crecimiento económico, sino por la capacidad de incluir a todos. Un pacto de nación debe ser, ante todo, inclusivo. Debemos corregir las desigualdades que han perdurado durante tanto tiempo. Para lograrlo, necesitamos una reforma fiscal que permita distribuir la riqueza de manera más equitativa y, a su vez, integrar a quienes hoy están en la economía informal. El objetivo es que estos ciudadanos tengan acceso a los beneficios de la seguridad social y puedan contribuir al desarrollo económico de forma justa y sostenida.
Para garantizar el éxito de este pacto, es fundamental que nuestras instituciones se fortalezcan. Debemos restaurar la confianza en el sistema a través de una mayor transparencia y una lucha decidida contra la corrupción. La creación de un consejo ciudadano de supervisión, integrado por representantes de distintos sectores sociales, sería un paso crucial para asegurar que las decisiones gubernamentales sean monitoreadas y estén alineadas con el interés público.
La justicia social es la base de este pacto. Cada dominicano debe tener garantizado el acceso a salud, educación y un empleo digno. Esto no puede quedarse en palabras. Propondremos la implementación de programas de empleo juvenil, que permitan a los jóvenes formarse y adquirir habilidades para integrarse en el mercado laboral formal, reduciendo así las tasas de desempleo y pobreza. Al mismo tiempo, priorizaremos una inversión más equitativa en educación, asegurando que todos los sectores del país tengan acceso a una educación de calidad, independientemente de su lugar de origen.
En tiempos de crisis, el diálogo y la concertación son fundamentales. Lo aprendimos de los Pactos de la Moncloa: no hay solución sin entendimiento mutuo. Hoy, más que nunca, República Dominicana necesita un diálogo abierto, honesto e inclusivo. Todos los sectores deben sentirse escuchados y valorados. El establecimiento de mesas de concertación social, donde empresarios, sindicatos y representantes de la sociedad civil trabajen de la mano con el gobierno, es vital para garantizar que el pacto de nación sea inclusivo y cuente con el apoyo de todos.
El futuro también depende de cómo manejamos nuestros recursos naturales. La sostenibilidad no es una opción; es una responsabilidad. Debemos asegurar que las decisiones económicas no comprometan el medio ambiente. La implementación de políticas de desarrollo sostenible, como la promoción de energías limpias y la protección de nuestras áreas naturales, garantizará que las futuras generaciones puedan disfrutar de un país próspero y equilibrado. También promoveremos incentivos fiscales para las empresas que adopten prácticas sostenibles, alineando el crecimiento económico con la protección ambiental.
“Puedo prometer y prometo, que trabajaremos juntos para construir un futuro mejor, con el único objetivo de asegurar la libertad, la justicia y la dignidad para todos”. Con estas palabras, Adolfo Suárez inspiró a una nación. Hoy, esas mismas palabras nos deben inspirar a nosotros. Porque el futuro de República Dominicana depende de nuestras acciones de hoy. Como bien expresó Maurice Duverger en su obra “Los Regímenes Políticos”, “las instituciones democráticas se consolidan cuando logran equilibrar los intereses en conflicto sin perder de vista el bienestar común”. Este pacto no es solo un acuerdo político, es un compromiso moral con el futuro de nuestra nación.
Este artículo no es simplemente una reflexión. Es un llamado. Un llamado a la acción, a la responsabilidad compartida, a un compromiso que trascienda nuestras diferencias. Como estadista, me comprometo a liderar este esfuerzo con una visión clara y firme. Este es el momento de demostrar que República Dominicana es una nación madura, una nación capaz de forjar su propio destino. Como decía Suárez, “la política es el arte de hacer posible lo que parece imposible”. Hoy, juntos, tenemos la oportunidad de hacer realidad ese futuro.