En un país donde cada centavo cuenta, la reciente retirada del proyecto de reforma fiscal por parte del presidente Luis Abinader representa más que una pausa legislativa: es una oportunidad crucial para redefinir el contrato social y económico de la República Dominicana. La reforma fiscal no es solo una cuestión de cifras, sino un imperativo de justicia y oportunidades. Como un arquitecto que reconstruye un edificio para hacerlo más seguro y habitable, una reforma fiscal busca sentar las bases para un país más justo y próspero, donde la carga tributaria se distribuya equitativamente y se traduzca en mejores servicios para todos.
Más allá de ser una decisión coyuntural, el retiro del proyecto revela las complejidades de la negociación de políticas fiscales en un entorno democrático, así como la necesidad de construir consensos sostenibles. Como afirman los españoles, “no hay cargo más político que el Ministerio de Hacienda”.
Las Reformas Fiscales: Más que Políticas Económicas
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, recuerda que “las políticas fiscales no solo son herramientas económicas, sino también decisiones políticas esenciales que moldean la equidad y el desarrollo económico de una nación”. Subrayando la necesidad de un proceso inclusivo en la elaboración de la reforma fiscal, ya que cada medida impacta de manera diferente a los sectores de la sociedad, generando tanto tensiones como oportunidades para una redistribución más justa.
Los datos más recientes del Ministerio de Hacienda indican un crecimiento de la recaudación tributaria del 18.5% en 2024, en comparación con el mismo período de 2023. Sin embargo, el déficit fiscal proyectado para 2024 sigue siendo un desafío, situándose en 3.1% del PIB, según el proyecto de Ley de Presupuesto para 2024. Ellen Pérez Ducy, en su columna «La reforma fiscal que pudo ser», destaca que una reforma efectiva debería centrarse en reducir la evasión fiscal y controlar el gasto público, lo cual podría generar RD$305,000 millones sin la necesidad de aumentar impuestos ni ampliar la base tributaria. Este enfoque subraya la viabilidad de una reforma fiscal integral que, además de garantizar la estabilidad macroeconómica, sea justa y equitativa.
La Negociación en la Política Fiscal
En cualquier intento de reforma fiscal, la negociación se vuelve indispensable. Mi colega del MIT-Harvard Public Disputes Program, Lawrence Susskind, afirma que “las reformas fiscales deben verse como una serie de decisiones negociadas, donde el éxito depende no solo de la capacidad técnica, sino también de la habilidad para manejar el conflicto político y social”. Este enfoque resalta que la negociación en el contexto fiscal no es solo una técnica económica, sino una disciplina política que implica:
- Comprender los intereses subyacentes: Es esencial identificar lo que realmente motiva a los actores involucrados. Susskind destaca que “el análisis de intereses debe ir más allá de las posiciones explícitas para identificar lo que realmente motiva a los actores”. Esto permite diseñar propuestas que encuentren puntos en común, favoreciendo una mayor aceptación de las reformas.
- Crear un marco de confianza: La confianza es la base de cualquier negociación efectiva, especialmente en entornos polarizados como las reformas fiscales. El gobierno debe demostrar su compromiso con un proceso inclusivo y transparente, asegurando que las propuestas sean justas y fundamentadas en datos claros y objetivos. Ellen Pérez Ducy subraya también la importancia de fortalecer la supervisión de sectores clave como la educación y la salud, lo que permitiría que los recursos fiscales se traduzcan en beneficios tangibles para la población.
- Fomentar el diálogo constructivo: El lenguaje técnico puede convertirse en un obstáculo si no se traduce adecuadamente para todos los actores. La claridad y la simplificación son esenciales para facilitar un diálogo inclusivo y una participación activa. Una comunicación comprensible genera confianza y legitimidad en el proceso, permitiendo que las preocupaciones de la sociedad sean atendidas de manera equitativa.
La Construcción de Consenso en la Reforma Fiscal
Una reforma fiscal efectiva debe verse no solo como un ajuste económico, sino como una oportunidad para fortalecer el contrato social entre el Estado y la ciudadanía. Alberto Alesina señala que “la negociación de una reforma fiscal implica compromisos recíprocos”, lo que significa que cada actor debe estar dispuesto a ceder en ciertas áreas para obtener beneficios en otras, creando una percepción de equidad y beneficio compartido.
Jaime Aristy Escuder, economista y experto en finanzas públicas, enfatiza que “una reforma fiscal efectiva debe diseñarse no solo para aumentar la recaudación, sino también para reducir la evasión y mejorar la equidad en el sistema tributario”. Esta perspectiva refuerza la necesidad de una reforma inclusiva que considere tanto la eficiencia económica como la justicia social.
Pavel Isa Contreras, Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, destaca que “la reforma fiscal debe enfocarse no solo en mejorar la recaudación, sino también en asegurar que los recursos se traduzcan en un desarrollo inclusivo, reduciendo las desigualdades sociales y fortaleciendo la inversión en servicios públicos esenciales”. Este enfoque coincide con la visión expuesta por Pérez Ducy, quien también señala la necesidad de una red de transporte complementaria a las infraestructuras actuales, asegurando una distribución equitativa de los recursos.
En el MIT – Harvard Public Disputes Program recomendamos la importancia de la flexibilidad y la adaptabilidad en la construcción de consenso. Una implementación escalonada, con ajustes basados en resultados y retroalimentación, reduce el riesgo de conflicto político y aumenta la legitimidad de las decisiones.
El Camino a Seguir: Un Pacto Fiscal Consensuado
La retirada del proyecto de reforma fiscal, lejos de ser una señal de fracaso, debe verse como una oportunidad para reiniciar el proceso con un enfoque más inclusivo y estratégico. Vito Tanzi señala que “la construcción de consenso en reformas fiscales no es solo deseable, sino necesaria para asegurar su sostenibilidad a largo plazo”.
La República Dominicana enfrenta un desafío crucial: transformar la política fiscal en un pilar de justicia social y estabilidad económica. Esta reforma no debe ser vista solo como un ajuste técnico, sino como un acto de liderazgo decidido. Es hora de asumir la responsabilidad de construir un pacto fiscal que refleje el verdadero espíritu de una nación madura y unida.
Empresarios, trabajadores y ciudadanos deben integrarse en un esfuerzo colectivo donde cada voz cuente y cada sacrificio valga la pena. La reforma no es solo una meta, sino un compromiso con un futuro más equitativo, donde la prosperidad esté al alcance de todos.
En este momento decisivo, la grandeza de nuestro Estado se medirá por su capacidad para generar consenso y resultados tangibles. No se trata solo de ajustar números, sino de redefinir el contrato social con coraje y visión. La reforma fiscal será la prueba de nuestra madurez política y nuestra aspiración de ser un país más justo y próspero para todos.