Después de un par de semanas intensas, con cuestionamientos de todo tipo contra el presidente Luis Abinader y su gabinete, el sábado se ordenó el retiro del Congreso del proyecto de Ley de Modernización Fiscal pues, a confesión del vocero del Gobierno, las encuestas ya no se aguantaban.
De repente, todos los sectores que querían crucificar al mandatario, lo ven como un hombre sensato porque “oyó el sentir del pueblo”.
Y muchos de esos sectores ya consideran necesaria una reforma fiscal, algo que hemos escuchado por casi dos décadas.
La pregunta del millón es: ¿quién pagará la reforma fiscal que se quiere implementar y que al mismo tiempo sea aceptable para todo el mundo?
Prácticamente todas las industrias del país consideran que la única manera de subsistir es manteniendo sus exenciones fiscales o ayudas de uno u otro tipo del Estado.
Parecería que no recuerdan que desde la Era Romana, la fiscalización ha sido motivo de discordia entre gobernantes y gobernados.
¿Será que luego de los ajustes prudentes, se dejará un poco la politiquería y el individualismo y se pensará más en sociedad?